10 Espectáculos de la Naturaleza ( que no conocías )
Ni conciertos de rock, ni óperas multitudinarias, ni partidos de fútbol… No hay mayor espectáculo que el que ofrecen algunos animales en lugares inesperados del mundo: criaturas de todos los colores, formas y tamaños que comen, cortejan, luchan y migran en grandes manadas. Solo por verlos, merece la pena viajar. Diez propuestas casi irresistibles, incluso si no te gustan los animales.
01 Gran migración de las mariposas monarca
Turistas viendo una colonia de mariposas monarca en el santuario de El Rosario, en México. / Dan Guravich
Es casi un milagro que una mariposa, que apenas vive unas semanas o meses, pueda encontrar el camino para llegar a un lugar remoto en el que nunca ha estado antes. Pero ocurre: cuestión de instinto. Cada año, millones de mariposas monarca migran al sur desde su residencia estival en Estados Unidos y Canadá para pasar el invierno en los bosques de abetos oyamel de México. Por si fuera poco ver estas impresionantes nubes de color naranja, negro y blanco, estos seres alados terminan posándose en los árboles en tales cantidades que hasta rompen las ramas.
La pintoresca ciudad de Angangueo, a unos 130 kilómetros al oeste de México D.F., es un buen campamento base para visitar la Reserva de la Biosfera de Mariposas de El Rosario.
02 Aves en el acantilado de Látrabjarg
Dos frailecillos ante los acantilados de Latrabjarg, en Islandia. / Patrick Dieudonne
En Látrabjarg, el extremo más occidental de Islandia (y de Europa), el blanco de las rocas (de unos 400 metros de altura y 12 kilómetros de longitud) no es natural, aunque a simple vista puede parecer caliza. El acantilado es el hogar estival de millones de aves marinas, así que es fácil adivinar qué son esas manchas: cantidades inconcebibles de guano. La algarabía de remolinos y graznidos de frailecillos, alcas tordas, araos, fúlmares, cormoranes y gaviotas es extraordinaria. Hasta el menos interesado en observar aves quedará fascinado por las gracias de los frailecillos y la magnitud de las bandadas. Es sólo uno de los muchos espectáculos que Islandia depara a los aficionados a la observación de aves: todo un paraíso para el turismo ornitológico.
Para llegar hasta el acantilado es mejor ir en coche, pero también se puede ir en autobús ( tres semanales entre junio y agosto; www.sterna.is) desde Isafjordur, principal ciudad de la región de Westfjords.
03 Visita a los pingüinos rey
Pingüinos rey en la bahía de St. Andrews, Georgia del Sur. / Paul Nicklen
Uno de los lugares más impresionantes para observar una colonia de pingüinos está en la Antártida, concretamente en la bahía de St. Andrews, en Georgia del Sur. La marcha de los pingüinos es como una de esas películas geniales de arte y ensayo: personajes fuertes y silenciosos, sin acción durante gran parte del filme, pero que impactan. Lo mismo podría decirse de su olor. De hecho, se huelen antes de verlos. Aunque ese hedor se olvida al ver la colonia: más de 250.000 ejemplares, de casi un metro de altura, circulan y graznan resplandecientes con sus esmóquines negros y collares naranjas. Es una escena hilarante, majestuosa y entrañable.
Georgia del Sur se visita en circuitos que parten desde la ciudad argentina de Ushuaia, en Tierra del Fuego, hacia la península Antártica, pasando por las Islas Malvinas.
04 Banquete para osos pardos
Un oso pardo pesca un salmón en los rápidos del río McNeil, en Alaska. / T. Kitchin / V. Hurst
No hay nada como el sabor del pescado fresco, recién sacado del río. Sobre todo para un oso pardo, gran amante del salmón chum. Desde principios de verano, masas brillantes de salmones regresan bien alimentados desde el océano, remontando los ríos para desovar. En los rápidos y cascadas pequeñas son una presa fácil para los osos, algo así como un local de sushi con cinta transportadora. En las cascadas del McNeil, a un kilómetro y medio río arriba desde su desembocadura, en el suroeste de Alaska, docenas de enormes osos pardos engordados por años de banquetes de salmón se reúnen para pescar.
Solo se conceden diez permisos de visita al día (entre junio y agosto) por estricto sorteo. Consúltese en www.wildlife.alaska.gov
05 Participar en una reunión de elefantes
Turistas observando elefantes durante un safari en el parque nacional de Minneriya, en Sri Lanka. / N. Pavitt /J. Warburton-Lee
Cuando el rey Mahasen construyó el enorme embalse de Minneriya, en el siglo III después de Cristo, no pensaba en el bienestar animal, pero hoy este lago es el corazón del Parque Nacional de Minneriya, particularmente durante la temporada seca, cuando los elefantes avanzan lentamente hasta él desde las reservas de la región. Acuden en grandes manadas a disfrutar de la mayor fiesta acuática del mundo: la reunión, en la que trescientos o más paquidermos pastan en la hierba fresca, beben, juegan y retozan en el agua. Es una oportunidad única para ver cómo se relacionan entre sí estos grandes mamíferos.
El número de elefantes en Minneriya alcanza su máximo en agosto y septiembre; los hoteles de la zona organizan safaris en todoterreno hasta la orilla.
06 La gran migración del Serengueti
Ñus cruzando un río en la gran migración del Serengueti, entre Tanzania y Kenia. / Jiti Chadha
Si tuviésemos que describir el ñu, tal vez diríamos que es una vaca peluda y flaca con una cabeza demasiado estrecha para albergar mucho cerebro. No es realmente un animal bonito ni majesuoso, pero si juntamos 1,3 millones de ñus resultan impresionantes. La gran migración del Serengueti es uno de los fenómenos naturales más espectaculares del mundo: cada año, grandes manadas atraviesan la sabana del este de África, junto a cientos de miles de cebras, gacelas y elands, y los predadores que se alimentan de esas masas estruendosas. Los ñus pasan la estación de lluvias (entre diciembre y mayo) en el sureste del Serengueti y se asoman al noroeste antes de cruzar a la Reserva Nacional de Masai Mara, en Kenia. La espectacularidad es máxima cuando cruza el río Grumeti, donde cocodrilos enormes están al acecho de algún desafortunado.
El momento exacto de la migración varía de un año a otro; el cruce del Grumeti suele ser entre mayo y julio.
07 Pasear entre murciélagos
Interior de la cueva Deer, en el parque nacional de Gunung Mulu, Borneo (Malasia). / Tristan Savatier
En la cueva del ciervo de Sarawak, dentro del Parque Nacional del Gunung Mulu, en Borneo, se produce la concentración de murciélagos más impresionante del mundo, que despide, también, el olor más repulsivo del planeta. Para los olfatos más delicados resulta difícil experimentar lo uno sin lo otro, y tres millones de murciélagos de labios arrugados generan mucho excremento. Pero el espectáculo merece la peste. Se aconseja ir a un mirador, junto a la entrada de la colosal cueva, y esperar a que anochezca: tras una señal telepática, los murciélagos salen en un torbellino serpenteante a la caza de insectos.
Hay circuitos diarios a la cueva desde la oficina central del parque, donde hay alojamiento de todo tipo (desde tipo albergue hasta habitaciones con jardín).
08 Orcas en la Península Valdés
Una orca lanza su ataque sobre dos leones marinos en la península Valdés, (Argentina). / Sylvain Cordier
Habrá quien piense que las orcas son una especie de delfines grandes y rechonchos. Pero ¿por qué se las conoce como ballenas asesinas? La respuesta está en Punta Norte, en la península Valdés, hogar de los leones marinos y sus crías, tentempié favorito de las orcas, algunas de las cuales han desarrollado una estrategia sumamente efectiva: cuando tienen hambre, se abalanzan desde el oleaje hasta la playa y agarran un sabroso cachorro antes de que rompa la siguiente ola, para así retornar mar adentro. Es una experiencia tan arriesgada (quedarse varado resultaría desastroso) como impresionante.
Los leones marinos paren en enero, así que los ataques de las orcas suelen darse entre febrero y abril, tres horas antes y después de la pleamar.
09 Turismo ornitológico en Somerset Levels
Una densa nube de millones de estorninos, con forma de hongo atómico, en Somerset (Reino Unido). / Tim Graham
Los pequeños estorninos también son capaces de protagonizar un espectáculo natural único. Lo podemos observar en un día de invierno en las marismas de la Westhay Moor National Nature Reserve. Al caer la noche, una parte del cielo se oscurece debido a una enorme nube, cada vez más densa y sinuosa, que se comporta extrañamente: fluye y refluye, se agrupa y se arremolina. Son millones de estorninos que se mueven en espiral, muy agrupados por seguridad, formando una bandada enorme que desciende para escapar de sus raptores. Por último, en un flujo suave, como un genio que vuelve a su lámpara, el enjambre se agrupa y cae en picado, hasta posarse. Solo entonces el viajero se acuerda de respirar. Y este es solo uno de los centenares de grandes espectáculos protagonizados por aves que nos ofrece Reino Unido, destino por excelencia (y pionero) para el turismo ornitológico.
Westhay está 5 kilómetros al noroeste de Glastonbury, junto a la carretera B3151. Conviene llegar una hora antes del anochecer.