Este informe confirma que el año 2016 ha sido el más cálido jamás registrado: la elevación de la temperatura, en relación con la que había en la era industrial, alcanzó 1,1ºC, lo que supone un 0,06ºC más que el récord anterior establecido en 2015, señala el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, en un comunicado.
Cada uno de los 16 años desde 2001 ha sido por lo menos 0,4 ° C por encima del promedio a largo plazo para el período base 1961-1990, utilizado por la OMM como referencia para el seguimiento del cambio climático. Las temperaturas mundiales siguen siendo consistentes con una tendencia de calentamiento de 0,1 ° C a 0,2 ° C por década, según el informe de la OMM.
En 2016, las temperaturas de la superficie del mar han sido las más altas jamás obtenidas, al mismo tiempo que la elevación del nivel del mar se ha acentuado y que la superficie de la banquisa polar ha sido muy inferior a la normal la mayor parte del año.
La OMM advierte asimismo que los fenómenos extremos siguen de actualidad en 2017 y que los estudios más recientes señalan que el calentamiento de los océanos podría ser muy superior a lo que se cree en la actualidad.
Entre los fenómenos extremos que se observaron en 2016 se incluyeron sequías severas que llevaron a la inseguridad alimentaria a millones en el África meridional y oriental y en Centroamérica. El huracán Matthew causó sufrimiento generalizado en Haití como la primera tormenta de categoría 4 en llegar a tierra desde 1963, e infligió significativas pérdidas económicas en los Estados Unidos de América, mientras que las fuertes lluvias e inundaciones afectaron el este y el sur de Asia.
La OMM advierte que las concentraciones de CO2 no dejan de batir nuevos récords, lo que atestigua cada vez más claramente la influencia de las actividades humanas en el sistema climático, advierte Taalas.
El aumento del poder de las herramientas informáticas y la disponibilidad de datos climáticos a largo plazo han hecho posible hoy, a través de estudios de atribución, demostrar claramente la existencia de vínculos entre el cambio climático causado por el hombre y muchos casos de eventos extremos de alto impacto en ondas de calor particulares, añadió.
Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron el índice de referencia simbólico de 400 partes por millón en 2015 – último dato disponible- y no caerán por debajo de ese nivel en muchas generaciones por la naturaleza duradera del CO2.
El fenómeno El Niño, que se produce cada 4 o 5 años con una intensidad variable, provoca una elevación de la temperatura en el océano Pacífico, lo que a su vez desencadena sequías y precipitaciones superiores a lo normal. Este fenómeno climático alcanza su máxima intensidad hacia el final de cada año.
Al menos tres veces durante este invierno, el Ártico ha conocido el equivalente polar de una ola de calor durante la cual ha habido días en que ha estado cerca del deshielo.
La OMM señala que estos cambios observados en el Ártico y la pérdida del hielo marino o banquisa implican, a una escala mayor, una modificación de la circulación oceánica y atmosférica, lo que repercute sobre las condiciones meteorológicas en otras regiones del mundo.
Por ejemplo, señala el informe, regiones canadienses y de una gran parte de Estados Unidos han disfrutado de una meteorología tranquila, mientras que otras regiones, por ejemplo en la península arábiga y norte de África, han registrado a comienzos de 2017 temperaturas anómalamente bajas.
El Niño impulsó el calentamiento en 2016, además del cambio climático a largo plazo causado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Las temperaturas en los años fuertes de El Niño, como 1973, 1983 y 1998, son típicamente de 0,1°C a 0,2°C más calientes que los niveles de fondo, y las temperaturas de 2016 son consistentes con ese patrón.
Los niveles mundiales de mar subieron muy fuertemente durante el evento El Niño, con los valores de principios de 2016 alcanzando nuevos máximos históricos. La extensión global del hielo marino cayó más de 4 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio en noviembre, una anomalía sin precedentes para ese mes.
Las temperaturas muy cálidas de los océanos contribuyeron a un importante blanqueamiento de los corales y provocó la mortalidad en muchas aguas tropicales, con importantes impactos en las cadenas alimentarias marinas, los ecosistemas y las pesquerías.