Todo lo que quizás no sabías de los rayos
Los rayos son un fenómeno que nos ha acompañado, fascinado y aterrado desde que estamos en el planeta. Aún no los podemos explicar del , pero sabemos -o creemos que sabemos- un poco sobre ellos.
Los rayos son electricidad con una de hasta 30 millones de voltios y una temperatura de hasta 30.000ºC, cinco veces más que la superficie del Sol.
Viajan a una de hasta 115.000.000 kilómetros por hora y caen en la Tierra más de 17 millones de veces al día, o unas 200 veces por segundo.
En Estados Unidos alcanzan a 400 personas al año.
Los seres humanos son alcanzados por rayos diez veces más a menudo de lo que debería ser según las leyes del azar.
Y es seis veces más probable que a los hombres les caiga un rayo que a las mujeres.
Los rayos… ¿caen?
Uno de los mitos es que los rayos siempre caen en la parte más alta de los edificios.
Pero resulta que no es cierto.
Esto se debe a que los rayos no siempre caen: a veces salen del suelo y van hacia el cielo.
Esos rayos son conocidos como ascendentes y aunque fueron documentados científicamente desde hace mucho, los avances en fotografía han permitido que en los últimos años se estén pudiendo estudiar mejor, aunque siguen guardando secretos.
90% de los rayos que alcanzan el edificio Empire State en Nueva York, por ejemplo, son ascendentes.
Un fenómeno misterioso
Realmente, no entendemos del todo el fenómeno de los rayos.
Sabemos que se producen cuando se acumula electricidad estática en las nubes, pero desconocemos cuál es la causa para que esto ocurra.
Las mediciones de ese campo eléctrico hechas desde aviones y globos parecen mostrar que es demasiado pequeño para iniciar un rayo: 10 veces menor de lo que los modelos teóricos señalan que debería ser.
Campanas en medio de la tormenta
Hasta finales del siglo XVII, en Europa se creía que el repique de las campanas dispersaba los rayos.
Por ello muchas campanas de iglesia llevaban la inscripción fulgura frango o “rompo rayos”.
Cuando venía una tormenta, los campanólogos se dirigían hacia el campanario más cercano, que solía estar en el lugar más alto del pueblo.
Hoy en día, se considera que por ello era el peor sitio donde estar.
Y lo era: sólo en Francia, entre 1753 y 1786 (cuando la costumbre fue prohibida) 103 campanólogos murieron pues les cayó un rayo.
“Un buen poeta es alguien que, al pasar la vida entera expuesto a las tormentas, logra que lo fulminen cuatro o cinco rayos”, Randall Jarrell (1914-1965)
Fuente: BBC