20 De Mayo Se Conmemora El 114 Aniversario De La Muerte Del General Gregorio Luperón
De corazón ardiente y enérgico, como lo describió el General Ulises Heureaux durante el discurso que pronunció ante la tumba del patriota irrefutable, donde expresó que Luperón “había nacido para la gloria y se abrió camino con su brazo poderoso, hasta llegar a la altura que vislumbró con la claridad de los predestinados”.
Heureaux dijo en ese momento que “su fama es un alto ejemplo, una brillante protesta contra los que menosprecian el servicio de la patria en la carrera de las armas. Ninguna otra ha sido tan fecunda en honores, ni ha levantado a un ciudadano desde rango humilde a tan singulares distinciones”.
En marzo de 1925 el senador don Ricardo Limardo (Bubul), el venerable y altruista patriota puertoplateño sometió al Senado su moción encaminada al traslado de los restos de Luperón a la Capilla de los Inmortales. La iniciativa fue convertida en Ley el 9 de diciembre del mismo año.
Los restos del inmortal y bizarro soldado puertoplateño que desde 1897 descansaron en el Cementerio Municipal, ubicado entre las calles El Morro y Padre Castellanos de Puerto Plata, de donde fueron exhumados el 13 de agosto y trasladados a la Capilla de los Inmortales en Santo Domingo el 16 de agosto de 1926.
Cabe destacar que durante los días 13, 14, 15 los restos de Luperón y permanecieron en Capilla en la Gobernaciónde Puerto Plata hasta el acto de despedida efectuado allí la mañana del 16 de agosto, donde hablaron el General Ricardo Limardo, don Luís Ginebra, don Jorge de Lemos, el Prebístero Rafael Conrado Castellanos y el Doctor J. D. Alfonseca. En Imbert don Onésimo Jiménez.
Asimismo, durante el trayecto del traslado del cuerpo de quien fuera la Primera Espada de la Restauración hacia el Panteón Nacional en Imbert habló don Onésimo Jiménez; el Prebístero Manuel de Jesús Regalado en Santiago; el Prebístero Joaquín Rodríguez y don Gabriel A.Morillo en Moca; el Licenciado Manuel Ubaldo Gómez en La Vega y del doctor Arturo Logroño en Santo Domingo.
En el penúltimo de sus párrafos de uno de sus artículos juveniles, titulado “Un sepulcro vacío”, que el historiador Emilio Rodríguez Demorizi dedica al Doctor Rafael Vásquez Paredes, el consagrado escritor señala: “Ánfora vacía, sagrario desierto, nido que abandonó el águila, ahí durmió sueño de gloria Gregorio Luperón hasta que las dianas marciales vinieron a despertarle para llevarle, como al Cid, a la última morada”.