Ayunar para engordar
Las chicas y chicos que en la adolescencia hacen dieta o desarrollan comportamientos alimenticios de riesgo (comer de forma insana, ayunar o darse atracones) ‘arrastran’ estos hábitos insanos hasta la juventud, lo que eleva su riesgo de sufrir anorexia, obesidad o bulimia.
Esta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores estadounidenses tras llevar a cabo un estudio con 1.030 hombres jóvenes y 1.257 mujeres jóvenes a los que realizaron un seguimiento de 10 años. Un 30% de los participantes tenía una media de edad de 12 años al inicio de la investigación, mientras que un 70% contaba con una media de 15 años.
Marina Díaz-Marsá, responsable de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid, asegura a ELMUNDO.es que el estudio es “importante porque refleja una realidad importante. Meterse en dietas y en conductas alimenticias anormales finalmente puede conducirte a la anorexia, pero también a la obesidad. El problema es que los adolescentes no tienen formación en nutrición. Muchas chicas dejan de comer carne roja y la sustituyen por pollo porque creen que engorda menos y no es exactamente así”.
Esta especialista reconoce que para evitar trastornos de la alimentación como la anorexia, la bulimia o la obesidad se deben “realizar acciones preventivas destinadas a instaurar conocimientos sobre la dieta saludable y la práctica de ejercicio físico. Está comprobado que el ayuno provoca que luego se den atracones de productos con alto contenido en grasas y calorías, lo que hace que, pese a la dieta, se acabe desarrollando obesidad. Además, las personas que hacen dieta tienden a no cocinar y recurren a comidas preparadas, bollería industrial… que son más insanas y con más grasas”.
Prueba de que la ‘mala dieta’ está causando ya estragos en la población adolescente española es el caso de la menor de 15 años que acaba de ser intervenida en el Hospital madrileño la Paz. Se trata de la primera niña que se somete a una reducción de estómago en nuestro país. Pesaba 79 kilos más de lo que debería pesar en función de su edad y estatura (41 kilos).
Dianne Neumark-Sztainer, de la Universidad de Minnesota (EEUU), es la autora principal del nuevo ensayo que ha visto la luz en el último ‘Journal of the American Dietetic Association’. “A todos los participantes se les preguntó si hacían dieta, si seguían conductas extremas como el ayuno, el uso de sustitutivos de comidas o saltarse alguna de ellas. Además, se indagó en otros aspectos como, los datos socioeconómicos, la edad, el sexo y la raza, entre otros factores que pueden alterar los resultados”, declara en su trabajo.
Los datos muestran que la prevalencia de la dieta para bajar peso”se mantuvo relativamente constante desde la adolescencia hasta la edad adulta en las mujeres de ambos grupos de edad. Entre los varones, los que tenían menos años siguieron haciendo dieta o con conductas de riesgo pasados los 10 años de seguimiento, mientras que este tipo de comportamientos aumentó en los chicos que tenían más años al comienzo del estudio”, destaca el estudio.
Para los investigadores “el seguimiento de una década de este tipo de comportamientos potencialmente dañinos sugiere que su uso no es sólo una fase por la que atraviesan los adolescentes, sino que las dietas y las conductas de riesgo alimentarias precoces sientan las bases para su uso continuo en el futuro. En conjunto, los hallazgos sugieren la necesidad de realizar prevención temprana de estos comportamientos, así como realizar este mismo esfuerzo durante la adolescencia y la juventud”.
A dieta de por vida
La ineficacia de la dieta “para la prevención de la obesidad en la adolescencia, las consecuencias negativas asociadas a los trastornos de la conducta alimentaria y la alta prevalencia de estos comportamientos han sido demostrados en estudios previos. El nuestro se suma a estas evidencias pero demuestra además que estas conductas continúan hasta la edad adulta”, recalcan los autores.
Defienden “la necesidad de identificar los factores que predicen el uso continuado de estas conductas y su progresión hacia los trastornos de la alimentación. Es importante examinar los efectos del uso persistente de hacer dieta y de los malos hábitos alimentarios en el organismo y en la saluda mental, como comer de forma compulsiva, más riesgo de depresión, entre otros”.
La doctora Díaz-Marsá reconoce que un “50% de las pacientes con anorexia consigue recuperarse completamente; mientras que un 25% sigue manteniendo un poco de dieta el resto de su vida, el 15% lleva hábitos y conductas anormales y en un 10%, la enfermedad se cronifica”.
Por este motivo, “los jóvenes preocupados por su peso deben contar con apoyos para seguir una alimentación saludable y mantener una actividad física sostenida a largo plazo. Lo importante es alejarlos de la utilización de prácticas poco saludables para controlar el peso”.
Fuente: www.elmundo.es
visto en: www.diariosalud.net