“I love bachata” recibe el peso de la crítica…
Y esa maldición tiene que ver, sobre todo, con lo que se refiere al guión.
O sea, si van a ver la película, traten de ir pensando en los detalles de las cosas que van sucediendo. Para empezar, los chicos se reúnen y forman un grupo musical. Uno de ellos toca la guitarra y de buenas a primeras nos enteramos de que el Robertico también toca la guitarra y así, de esa manera, les vemos ensayando durante dos días, recuerden, dos días.
A los dos días, entonces, el muy avispado individuo que funge como organizador del grupo, les pone a tocar en un cabaretucho donde todos los presentes, desde el dueño del local hasta los asistentes, terminan diciendo que los intérpretes no sirven para nada.
Bien, pasan los días y no consiguen trabajo, pero el tal manager les sigue entreteniendo y entonces cualquier espectador con un mínimo de cerebro se pregunta, como es posible que se estén dejando coger por un individuo que les habla y les habla y no hace realmente nada para que trabajen, para que ganen dinero y, mientras, quien sabe por que denominada razón, ese señor les induce a que dejen el trabajo que tienen muy a pesar de que no están ganando nada para mantenerse.
Bien, pero si el guionista ha decidido construir sus personajes al estilo del peor cine de Hollywood, o sea, como esas tontas y sonsas y anodinas comedias en las cuales el idiota de turno siempre triunfa aunque en esta oportunidad los idiotas sean varios y no uno, perfecto.
La mujer en esta cinta
Porque, cualquiera que vea el film se percatará, también, de que las cuatro o cinco féminas que son personajes de importancia son la más perfecta imagen de lo que no debe ser una mujer hecha y derecha en esa época y en casi cualquier época que no sea la edad de piedra.
Todas, sin excepción, son gimoteantes abyectas arrastrándose tras los hombres, y su manera de actuar, de comportarse ante las situaciones que se van presentando son tan contradictorias que cualquiera piensa que el guionista ha perdido la pista de lo que imagina y luego escribe para más adelante llevar a las imágenes.
Siguiendo con la supuesta historia, esos mismos músicos que fueron tachados de malos en su primera aparición, de buenas a primeras, sin haber ensayado más, triunfan en otro show. Y entonces el guionista nos muestra de nuevo su talento cuando, luego de tocar los chicos en un car wash, léase bien, un car wash, el famoso manager le pide al dueño nada menos que veinte mil pesos por el trabajo, el otro le responde que nunca se habló de dinero, pero el fullero insiste y se lo deja en quince mil, de los cuales apenas da 4 a los músicos casi como haciéndoles un favor, ante lo cual nosotros casi nos marchamos de la sala porque tanto disparate uno tras otro es capaz de hacer que hasta el famoso Job se revuelva.
Pero nos quedamos porque se trata de cine dominicano, y nos quedamos para presenciar como aquel cuarteto de idiotas seguía dejándose tomar el pelo por el mismo individuo a pesar de que estaban bajo contrato de una casa disquera, y para observar cómo las chicas de la historia cambiaban de macho en un dos por tres, y cómo los amigos y compañeros se peleaban, y como se despachurra el héroe de la historia para que la disquera rompa el contrato para que luego.
Todo esto sin que se sepa que carajos sucedió con los contratos, la disquera o lo que fuera, de buenas a primeras aparezcan de nuevo tocando y, por supuesto, triunfando como debe ser, para terminar cada uno de ellos salvado y con sus noviecitas que volvieron arrastrándose a los pies de cada uno de ellos.
Además, y no menos importante, salvados por la gracia divina puesto que acaban prosternados rezando. Bien podría hablarse también del tremendo lío que se arma con la edición, donde el espectador tiene que imaginar cuándo lo que está viendo es parte de la realidad diegética, o sea, de la acción que vemos narrada, y cuándo es parte de lo que imagina alguno de los personajes.
Y en lo que es la combinación de imagen y sonido en el inicio de una escena puntual, en un film que discurre sobre el tema de la bachata, lo que suena y resuena con brío es un merengue típico con todo, güira y tambora.
Podríamos también aludir a la caracterización de los personajes, o, más bien, a la forma refrescante como ellos sobreactúan cuando tocan, cuando discuten, cuando hasta miran porque al parecer al director del asunto le parece que para actuar hay que hacérselo notar a todos aunque estén a dos kilómetros de distancia.
Realmente es una lástima.
Y siempre repetimos lo mismo, lo bueno de este asunto es que se sigue haciendo cine, porque probando es como se guisa. Y, además, recuerden, nosotros, un país pequeño y con muy pocas posibilidades, hacemos cine, algunas cintas interesantes, algunas hasta buenas, la mayor parte malas, bien malas.
Pero, observen, no tenemos el privilegio de ser los creadores exclusivos de necedades, los archi millonarios de Hollywood las hacen también horribles. La única diferencia es que las nuestras salen a razón de, promedio, unos 18 millones de pesos, en tanto las de ellos deben andar, promedio, por unos 50 millones de dólares.
En otras palabras, que es nuestro ferviente deseo que este film bata otro record de taquilla para que los dominicanos sigan haciendo cine. Quien sabe, algún día aparecerá una buena comedia.