Pequeños problemas de pareja
La convivencia puede convertirse en un martirio si os peleáis demasiado. Y las tareas de la casa suelen ser una de las mayores fuentes de roces, desacuerdos y frustración para el que asume más trabajo, normalmente la mujer. Ponle remedio antes de que afecte a tu relación.
Desgraciadamente, las mujeres siguen siendo las peor paradas en las estadísticas sobre el reparto de tareas domésticas. Muchos hombres siguen empelando la palabra “ayudar” en casa en lugar de “reparto de obligaciones”, lo que suele acabar en una sensación de agotamiento y frustración para la mujer que terminar siempre de la misma forma: una gran pelea doméstica.
Para no tener que llegar a la situación lo mejor que puedes hacer es dejar las cosas claras desde el principio. Y si ya te encuentras así, siéntate a hablar y negociar con tu pareja para establecer un reparto justo y poner unos límites que os beneficien a ambos. Estos son los puntos que debes tratar.
Reparto igualitario
No te dejes cegar por el amor cuando te vayas a vivir con él: las bases de vuestra convivencia deben descansar sobre un buen reparto de las tareas domésticas. ¿Qué cosas vas a hacer tú en la casa y de cuáles se va a ocupar él? es una pregunta que debes plantear desde el principio. Tiene que estar muy claro quién va a hacer la cocina, los baños, la colada, la compra, cocinar… Si cada uno va a tener unas tareas fijas o las vais a alternar, si las vais a decidir en función de cuánto trabaje cada uno fuera de casa o de sus habilidades… Definir lo que cada uno hace en casa te evitará no sólo mucho trabajo sino muchas discusiones.
¿Qué te gusta hacer?
Comenzar la conversación preguntándole qué es lo que más le gusta hacer en la casa o qué se le da mejor es una buena idea. Pero no caigas en el típico error de aceptar que él cocine y que tú te ocupes de todo lo demás. Ambos tenéis que asumir tareas que no os guste hacer, no puedes cargarte tú con todo el trabajo duro de la casa y él dedicarse a practicar su hobby y a dejar la cocina hecha un asco cada vez que cocine. Si tú le haces de “pinche” él también tiene que estar dispuesto a fregar cuando seas tú la que se ponga al mando de los fogones.
“Mejor lo hago yo”
No caigas en el mismo error que seguramente cometió su madre: se le daban tan mal las tareas domésticas que prefería hacerlas ella. ¿Tú tampoco has nacido sabiendo planchar no? Algunos hombres necesitan un pequeño cursillo doméstico cuando se van a vivir en pareja, así que ten paciencia y no optes por la vía rápida (hacerlo por él) si algo no se le da bien. Comprométete tú también a aprender a hacer algo de lo que se ocupe solamente él como prueba de buena voluntad.
No le recojas la ropa
¿Cuándo llega a casa se quita la ropa y la deja tirada? ¿Si tú no los recoges, sus calzoncillos pueden quedarse varios días en el suelo del baño? Aguanta y no los lleves a la ropa sucia. ¿Quieres hacerle reaccionar? Deja tu ropa tirada encima de la tele, o la encimera, o su coche… Cuándo te pregunte qué hace eso ahí, contéstale que exactamente lo mismo que sus calcetines en el bidé.
Trámites y gestiones
Las facturas, el coche, el jardín… muchas veces ellos asumen este tipo de tareas y nosotras las domésticas, y así queda zanjado el reparto de obligaciones en casa. Niégate en redondo y proponle compartirlo todo: tú también puedes ir al banco y cortar el césped mientras él hace la colada. Es muy importante que experimente “en sus propias carnes” lo duro, pesado y desagradable que resulta hacer ciertas tareas domésticas.
Sé flexible
Con él y contigo misma… Muchas veces somos nosotras mismas las culpables de nuestro exceso de trabajo, asumiendo tareas que no debemos, evitando delegar, poniéndonos a hacer cosas cuando estamos demasiado cansadas. No te sientas culpable si llegas del trabajo y te tumbas en el sofá a ver la tele… como hace él. Algunas veces sí tienen razón en que los platos sucios pueden esperar y en que no hace falta que la casa esté tan limpia o tan ordenada. También debes ser flexible con él: si tú necesitas que la cocina esté limpia para poder irte a dormir, es tu problema, no puedes obligarle a él a sentir esa necesidad.
Bendita asistenta
Cuando el reparto de tareas resulta insuficiente y ninguno puede dar más de sí, vuestra solución es encontrar ayuda profesional. Recortar gastos de otro lado para que alguien venga a echaros una mano puede significar alcanzar la paz conyugal. Si él es de esos hombres que se niegan a perder tiempo haciendo tareas domésticas, pónselo claro: sin asistenta, te vas de casa.