Los móviles dañan el cerebro de las hormigas, según un estudio
Un experimento sugiere que las ondas que emiten los terminales perjudican sus capacidades de memoria y orientación, de forma que son incapaces de encontrar el camino de regreso al hormiguero.
Si usted se preguntaba por qué las hormigas no usan teléfonos móviles, la Universidad Libre de Bruselas ha dado con la respuesta: las ondas que emiten les dañan gravemente el cerebro y perjudican sus capacidades olfativas, visuales y los mecanismos de aprendizaje. El estudio, realizado por un equipo dirigido por la profesora Marie-Claire Cammaerts ha sido publicado por la revista “Electromagnetic Biology and Medicine” y aunque no está claro que las conclusiones puedan aplicarse a los seres humanos, demuestra que puede haber una relación entre las ondas electromagnéticas y ciertos efectos negativos en mecanismos neurológicos.
Las hormigas que fueron sometidas a una exposición a las ondas similares a las de los teléfonos móviles perdieron más de un 50 por ciento de sus capacidades de orientación y memorización, algo esencial para la organización de los hormigueros. Los efectos no son irreversibles, ya que al cabo de 30 horas las mismas hormigas recuperaban parte de sus capacidades, aunque según el estudio, nunca completamente.
La experiencia consistía en atraer a un grupo de hormigas hacia un lugar donde encontraban comida, a través de las feromonas, sustancias bien conocidas que sirven a estos insectos para orientarse a través del olfato. Normalmente, las hormigas son capaces de seguir el rastro del camino de vuelta al hormiguero con la comida a cuestas y el resto de las hormigas puede orientarse por la misma ruta para repetir el trayecto tantas veces como sea necesario. Sin embargo, sometidas a una exposición de una frecuencia de 900 megahercios y una potencia de 2 watios, muy inferior a la de una antena de un teléfono ordinario, las hormigas perdían el camino y eran incapaces de orientarse, a pesar de que ya conocían el trayecto.
Catastrófico en una colmena
Según la profesora Cammaerts, las ondas “afectan a la membrana celular, lo que tiene consecuencias sobre el sistema nervioso” y a su juicio en el caso de los insectos puede afectar directamente el desarrollo larvario y las neurosecreciones. En concreto, ella hubiera querido investigar sobre las abejas, pero “no he sido autorizada, cuando se sabe que si se coloca un teléfono móvil en la colmena, se produce una catástrofe”. En su opinión, “el mundo no puede vivir ya sin los aparatos que funcionan con ondas electromagnéticas, pero creo que haríamos bien en aumentar las precauciones sobre las emisiones de las antenas.