Diez dietas que hay que descartar
Si decidimos ponernos a régimen, debemos asegurarnos de que éste tiene un soporte científico que, por supuesto, nada tiene que ver con la magia. Hay que apartar los mitos adelgazantes de nuestra vida. Lo único que acarrean son problemas de salud.
En su lugar, los endocrinos y expertos en nutrición recomiendan beber mucha agua y seguir un buen plan de adelgazamiento, elaborado sobre premisas razonables, y completado con un plan de ejercicio físico.
Y ante todo, sentido común. La doctora Clotilde Vázquez, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ramón y Cajal, recomienda comer de todo y seguir la dieta mediterránea: “Si tenemos un patrón tan bueno, comamos con ese patrón”.
Vázquez afirma que la palabra “milagro” asociada a la pérdida de peso “debe alertar a todo el mundo”. Este tipo de dietas son desequilibradas y producen efecto rebote, es decir, conseguir después más peso del que teníamos. La doctora repasa algunas de esas dietas que no debemos seguir.
Las monodietas
Se basan en el consumo de un único tipo de alimento. Por ejemplo, sólo patatas, sólo pomelos, sólo alcachofas o sólo gazpacho. Aportan muy poca energía.
Consecuencias: no cubren en absoluto las necesidades de los nutrientes. Son monótonas y dañinas para la salud. Provocan flatulencias, cólicos intestinales, vientre hinchado y diarrea. Algunas, como la de la manzana, generan una sensación de hambre agobiante. Además, ésta y otras dietas drásticas producen trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia).
Dietas líquidas
Comer está prohibido. Sólo se puede beber. Algunos ejemplos son la dieta de la leche, la dieta de las infusiones y la más curiosa, la dieta de la cerveza.
Consecuencias: aparte de una insoportable sensación de hambre, provoca hipofuncionalidad digestiva y flatulencias, entre otros.
Dieta cero o ayuno terapéutico
Dieta hipocalórica extrema que implica no comer nada, solo líquidos, una especie de ayuno total. Un estudio reciente demuestra que más del 5% de las mujeres americanas la siguen cuando quieren perder peso.
Consecuencias: es muy peligrosa, sobre todo si no hay una mínima hidratación. Causa trastornos metabólicos, náuseas, vómitos, diarreas, arritmias, insomnio y ansiedad. Si se hace sin vigilancia, puede provocar muerte súbita. La doctora explica que llega un momento en el que las personas que siguen esta dieta apenas pierden peso, porque el organismo se adapta a no comer. Luego se produce un efecto rebote.
Régimen de Antoine
Dieta disociativa cuya regla de oro es no mezclar alimentos. Cada día se dedica a un grupo de alimentos, y se puede tomar tanta cantidad como se quiera. Por ejemplo, el lunes sólo carne, el martes, verduras, etc. El régimen se realiza durante una semana completa al mes.
Consecuencias: deterioro del funcionamiento normal del intestino, dado que hay días en los que no hay aporte de fibra o hidratos de carbono, y otros en los que hay sobrecarga de los mismos. Es una dieta disparatada, sin ninguna base científica.
Dieta de Montignac
Desaconseja las mezclas de lípidos e hidratos de carbono y elimina los alimentos que en su composición tengan dos macronutrientes, como la leche. Nada de el azúcar; el aporte glucídico sólo está permitido si procede de alimentos ricos en fibra. La fruta al final de las comidas es veneno, porque si se consume con lípidos y proteínas, queda retenida en el estómago y no se digiere. Debe consumirse sola. El pan (excepto el integral), las patatas, la pasta y el arroz están estrictamente prohibidos.
Consecuencias: se basa en premisas falsas, como que un exceso de peso se debe a un mal funcionamiento del páncreas.
Dieta del plátano
Forma parte de las dietas excluyentes y es rica en hidratos de carbono, sin proteínas ni grasas. Consiste en consumir 5 plátanos al día junto con leche desnatada, verduras, ensalada y carne de ave.
Consecuencias: trastornos intestinales como flatulencias o diarrea, consecuencia de un aporte excesivo de fibra. Además, provoca carencias de ciertos nutrientes como el hierro. Su alto contenido en hidratos de carbono nos sacia de momento, pero pronto volvemos a tener hambre, debido a su bajo nivel proteico.
Dieta de Hollywood
La “tatarabuela” de las dietas hiperproteicas. Su origen se remonta a los años 20. Prescinde de todo tipo de hidratos de carbono y grasas. Prohíbe los embutidos, las legumbres, todo tipo de dulces, azúcar, aceite, mantequilla y frutas (excepto los cítricos).
Consecuencias: al ser extrema, es culpable de déficit importantes. Puede causar cetosis y problemas renales. Ninguna dieta que quite los hidratos de carbono va a ser sana.
Dieta de la última oportunidad
‘The last chance diet’ propone tomar proteínas en polvo y complementarlas con tabletas de vitaminas y minerales.
Consecuencias: es peligrosa. Provoca sobrecarga renal, riesgo potencial sobre el hígado, y anula el apetito. Además, aumenta las posibilidades de sufrir osteoporosis en mujeres con menopausia, ya que reduce la absorción del calcio.
Dieta mental
“Imagínese delgado, sea delgado”. Plan para adelgazar modificando las estructuras mentales. Se emplean técnicas basadas en la relajación y autoestima, que prometen controlar el peso en 21 días. Según su autor, el cuerpo obedece a la mente. Por eso, hay que imaginarse delgado, “porque la mente subconsciente traduce las imágenes mentales a la realidad física”.
Consecuencias: no tiene base científica, lógica, ni desde luego nutricional. Aún así, la endocrina cree que algunas prácticas de ese tipo “no están mal” como recomendación. “Es verdad que relajarse ayuda a adelgazar. El estrés provoca más ganas de comer, mayor tendencia a acumular. Y toda técnica de automotivación es un buen consejo que complementa la dieta”.
Dieta de la Clínica Mayo
Dieta hipocalórica que no tiene nada que ver con la Clínica Mayo, pero utiliza su nombre para obtener prestigio y seriedad. Es muy baja en calorías (600-800kcal), y recomienda consumir entre 4 y 6 huevos al día. Prohíbe los productos lácteos.
Consecuencias: grave déficit de calcio. Es muy desequilibrada y desaconsejable, sobre todo para personas con niveles altos de colesterol. No cubre ni el 30% de las ingestas recomendadas.