Schwarzenegger de regreso al cine
Dijo “Hasta la vista (baby)” y cumplió: Arnold Schwarzenegger se fue del cine por un rato, pero está de regreso.
“El último desafío” es la película con la que el rudo de “Terminator” y “Conan” decidió volver ante las cámaras después de un desvío profesional por la política, en el que cumplió dos mandatos como gobernador republicano de California, entre 2003 y 2011.
En el intermedio, también escribió un libro, creó un instituto académico con su nombre, se separó de su mujer de 25 años y protagonizó un escándalo mediático por un hijo no reconocido.
A los 65 años, el austriaco que supo ser “Míster Universo” no tiene ganas de descansar: eso sí, ahora es un héroe maduro y físicamente golpeado capaz de reírse (un poco) de sí mismo. Recientemente ensayó la receta con una colaboración en la saga “Los mercenarios”, junto a otros veteranos de la acción como Sylvester Stallone y Bruce Wilis.
Ahora, para su papel protagónico, Schwarzenegger eligió ser un alguacil rudo pero bonachón en un pueblo perdido cerca de la frontera entre México y Estados Unidos. Y se rodeó de actores latinos, una práctica cada vez más extendida en Hollywood para ganarse al público hispano, que frecuenta el cine más que otros grupos demográficos.
BBC Mundo estuvo con el actor en Los Ángeles, donde habló sobre “los golpes” de su regreso y los “Terminator” que podrían venir.
¿Cómo ha sido este retorno?
El único tema duro ha sido que, en este negocio, da miedo volver después de siete años porque no sabes si serás aceptado. Las cosas cambian muy rápido en Hollywood y podría haber surgido en este ínterin una generación entera de nuevos actores de acción.
Tuve buenas señales cuando hice el cameo en “Los mercenarios”. La gente lo recibió muy bien, entonces Sly (Stallone) me pidió que hiciera con él la segunda y fue aún mejor. Para mi película, me aseguré de elegir un productor con el que tengo confianza (Lorenzo di Bonaventura), habíamos hecho proyectos antes y nuestra relación siempre se ha mantenido. Pero desde lo actoral es como andar en bicicleta o esquiar: uno no se olvida aunque pase el tiempo.
¿Qué extrañó de la actuación mientras se dedicó a la política?
LATINOS A LOS TIROS
Creo que nada, uno se mete por completo en ese ambiente y es una responsabilidad muy grande dirigir un estado, en especial cuando tienes un grupo de legisladores que está un poco fuera de control: demócratas y republicanos están constantemente en esquinas opuestas y eso hace muy difícil que las cosas se hagan.
Pero lo logramos, fueron siete años intensos y no tuve tiempo de extrañar el cine. Sabía que era un período de mi vida y fue un desafío, pero yo no quería ser político de carrera.
¿Y de la política, hay algo que eche de menos?
Tampoco hay mucho que extrañar: me imagino que (el gobernador de California) Jerry Brown no está pasándola bien teniendo que hacer ajustes y buscando que cierre el presupuesto… Y yo sigo de algún modo desde el Instituto Schwarzenegger para Políticas Estatales y Globales (de la Universidad del Sur de California, entidad que él financia) trabajando en temas ambientales y otras políticas.
Ya cumplió 65 años y sigue dedicándose a la acción. ¿Cómo lo lleva su cuerpo?
Bueno, envejecer es espantoso… Me miro en el espejo y me pregunto qué pasó (risas). Alguna vez tuve músculos que de a poco se han ido deteriorando, pero lo bueno es que si uno se dedica a entrenar todos los días se mantiene en forma. Esta película es un ejemplo: tiene mucho trabajo físico y el director (el surcoreano Kim Jee-Woon) quería acción de los actores mismos, salvo en las escenas que ya eran peligrosas en extremo y recién ahí recurríamos a los dobles.
La clave es no querer hacer de mí mismo a los 35 años, cuando tengo 65: este personaje es un tipo que está a punto de jubilarse. Esto no es “Terminator”, es una película sobre ese personaje débil que no tiene las cartas de favorito.
¿Y cómo quedó después del rigor físico del rodaje?
Ya estoy bien, pero tuve mi cuota de lesiones. Creo que cuando uno ha levantado tantas miles de toneladas de pesas como yo he hecho inevitablemente hay daño y desgaste por uso. He tenido muchas cirugías y muchas reparaciones en mi cuerpo, pero la tecnología médica es tal que puedo hacer sin miedo cualquier cosa.
Tanto aquí como en “Los mercenarios 2” hay un humor que gira en torno al héroe viejo y gastado. ¿Le divierten esas bromas?
Son apropiadas, no hay que regodearse mucho en ellas pero funcionan cuando se dicen en el momento justo y son una manera de reírnos de nosotros mismos, muy necesario a esta altura de la vida.
Y se sacó el gusto de hacer algunas escenas pendientes…
La persecución en un campo de maíz. ¿Cuántas veces tiene uno la posibilidad de hacer algo así? Había andado a toda velocidad por calles, pero en un maizal es otra cosa: manejas sin saber qué viene detrás de la próxima línea de plantas, si hay una fosa en el piso… Eso es lo lindo, esa adrenalina de lo que no has hecho antes. ¡Yo esperé 65 años por una persecución en un maizal!
¿Cómo fue el trabajo con el director Jee-Woon, que debuta en Estados Unidos pero tiene una decena de películas y una base de fans en Asia?
“Envejecer es espantoso… Me miro en el espejo y me pregunto qué pasó. La clave es no querer hacer de mí mismo a los 35 años, cuando tengo 65”
Arnold Schwarzenegger, actor
Me impresionó que alguien que habla tan poco inglés pueda articular una película haciéndote saber exactamente lo que quiere de ti. Él mismo es un gran actor, interpretaba las escenas mostrándote con el cuerpo lo que esperaba conseguir, incluso en escenas de alto riesgo. Es muy apasionado.
Hay más extranjeros: de hecho, un elenco latino nutrido. ¿Es la hora del héroe latino en Hollywood?
Creo que siempre es bueno para un grupo (minoritario) hacer el papel de héroe, sea latino o árabe o chino o italiano o griego. No hace diferencia, a cada grupo le hace bien ocupar ese espacio. Pero estaba en el guión, no es que yo me paré y dije “por favor, ¿podemos tener dos latinos más en la historia?”. Es una decisión de producción, no mía.
En su vuelta al cine, ¿hay algo que quiera hacer distinto a sus trabajos pasados?
Tengo la mente abierta y leo toda clase de guiones, pero a la vez tengo que ser realista de que puede haber algo que yo quiera pero Lorenzo (su productor) diga “esto no lo va a ver nadie”. Esto es show business: los filmes cuestan mucho dinero y tienen que vender. ¿Le va a gustar a la gente en Alemania y en Oriente Medio y en Australia y en China? De eso se trata. Antes sólo se miraba a Estados Unidos, pero hoy es distinto: dos tercios del dinero del cine se hacen en la taquilla internacional.
Como un actor global y con esa presión, ¿cómo elegir qué hacer?
Mucho tiene que ver con el timing, algo que el negocio del entretenimiento y la política tienen en común. Podría haber elegido hacer (una nueva) “Conan” si hubiera estado lista, pero el estudio Universal recién compró los derechos y están trabajando. Lo mismo con “Trillizos”, la secuela de “Gemelos” (1988): llevo diez años insistiendo en hacerla y recién ahora hay ejecutivos en el estudio que le ven el valor.
¿Otro “Terminator”?
¿Por qué no? Si el guión es bueno… me encanta la serie de “Terminator”.
Recientemente se ha hecho un escrutinio de películas que, como las suyas, muestran la violencia armada, a partir de masacres como la del colegio Newtown o la del cine de Colorado. ¿Usted qué opina?
Son dos cosas diferentes, el entretenimiento y la realidad. Cuando hay una tragedia así, que va más allá de lo comprensible, sería tonto no mirar qué podríamos hacer para que se reduzcan este tipo de incidentes.
¿Se van a acabar? No, pero hay que pensar cómo podemos hacer una sociedad mejor, revisar las leyes sobre compra de armas si es que hay fallas ahí. No saltemos a conclusiones, analicemos todo y no dejemos nada sin revisar. El problema está y hay que atacarlo, pero el cine es otra cosa.