Ya no tendrás que decidir, se ha inventado el “té de café”
Puede ser que pronto cuando nos formulen la sencilla pregunta de ¿té o café? se complique un poco la cosa y haya que incluir una tercera opción, el “té de café”. Y es que un grupo de investigadores británicos y franceses han estudiado la composición de las hojas de la planta productora del café, y han llegado a la conclusión de que el té preparado con ellas puede ser una bebida saludable y con muchas más propiedades que cada una de las clásicas por separado.
El té hecho a partir de las hojas del cafeto tiene un sabor mucho más suave que el té clásico y menos fuerza que el café, pero además goza de compuestos reductores de los niveles de azúcar en la sangre así como de sustancias protectoras que pueden reducir el riesgo de enfermedades del corazón. En las investigaciones, aún no concluidas, se han descubierto múltiples compuestos antioxidantes, en mucha mayor cantidad que en el té verde, así como sustancias antiinflamatorios de familia similar a las que contiene el mango.
Pero esta especie de “híbrido bebible” y según afirma Arron Davies, botánico experto de los jardines de Kew Garden en Londres, no es nuevo. Según él, ya fue una bebida popular allá por el 1850 cuando se elaboraba y se ensalzaban sus propiedades que en aquel entonces se consideraban las de “limpiar el cerebro de sus telarañas y luchar contra el hambre y la fatiga”, algo bastante parecido por cierto a lo que nos produce ya nuestro conocido café. Así que lo que para nosotros es una novedad, ya hace cientos de años que tribus africanas lo preparan para beneficiarse de sus virtudes.
Entonces, ¿por qué no ha sido introducido antes en nuestro continente? La razón principal que esgrimen los botánicos es que el té hecho a partir de las hojas del cafeto no triunfa debido a su peculiar gusto, al que tanto los bebedores de té como de café, no estamos acostumbrados. Se describe su sabor como “a tierra”, menos amargo que el té tradicional y menos fuerte que el clásico café, aportando menor cantidad de cafeína, por lo que quedaría en “tierra de nadie” y sin ser al gusto de ninguno de los dos grupos de consumidores habituales de estas bebidas.
Es por eso que los amantes del característico sabor del café tampoco es que tengan mucho que celebrar con este descubrimiento, puesto que el “té de café” con su sabor dulce, como a hierba cortada con toques de menta, recuerda más a un té verde que a un clásico café.
Quizá en un futuro, cuando sus propiedades saludables sean certificadas, esta bebida acabará introduciéndose entre nuestras latas de infusiones como una opción más a tener en cuenta, aunque los clásicos y bien diferentes sabores del té y el café, tan arraigados en nuestras culturas culinarias, van a ser muy difíciles de desbancar.