¿Realmente crecen las uñas y el pelo después de morir?
La espeluznante imagen hace parte de la literatura y de las películas de horror pero ¿es cierta? Para explorar este mito médico hay que entrar en el mundo de los trasplantes de órganos.
Su corazón deja de latir, su sangre se enfría y sus extremidades se ponen rígidas. No obstante, entre todas esas señales que indican que usted dejó de ser, sus uñas y su cabello siguen creciendo… o al menos eso nos han dicho.
El joven narrador de la novela de Erich Maria Remarque “Sin novedad en el frente” se imagina que las uñas de un amigo que ha muerto de gangrena siguen creciendo como sacacorchos mientras que el pelo en su deteriorada calavera crece “como hierba en buen suelo”.
La idea no es agradable pero perdura. Sin embargo, ¿cuán cierta es?
No sorprende que no haya muchos estudios sistemáticos que midan los cambios en la longitud del cabello y las uñas de los muertos diariamente.
Para encontrar pistas, podemos recurrir a anécdotas históricas y a descripciones de estudiantes de medicina que trabajan con cadáveres.
Los cirujanos de trasplantes también tienen experiencia en calcular cuánto tiempo siguen funcionando las diferentes células después de la muerte.
El ritmo de la muerte
No todas las células mueren al mismo tiempo. Cuando el corazón deja de latir, el suministro de oxígeno al cerebro se corta.
Sin glucosa, las células nerviosas mueren de tres a siete minutos más tarde (http://us.macmillan.com/whenwedie/CedricMims).
Los cirujanos de trasplantes deben remover los riñones, hígados y corazones de los donantes antes de que pasen 30 minutos desde la muerte y tienen que dárselos a los receptores durante las próximas seis horas.
Las células cutáneas viven más tiempo. Se pueden tomar injertos hasta 12 horas después de la muerte.
¿Entonces?
Al crearse nuevas células en la matriz, las uñas crecen. Pero se necesita glucosa.
Para que las uñas crezcan, tendría que haber una producción de nuevas células y eso no puede suceder sin glucosa.
Las uñas crecen un promedio de 0,1 milímetro al día (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3193631/). Esa tasa disminuye a medida que envejecemos.
Una capa del tejido que está debajo de la base de la uña, la matriz, produce la gran mayoría de las células que forman la parte más nueva de la uña. Esas nuevas células empujan a las viejas hacia adelante. La muerte suspende el suministro de glucosa y, por lo tanto, el crecimiento de las uñas.
Algo similar ocurre con el pelo.
Cada hebra de cabello nace de un folículo que determina su crecimiento. En la base de este folículo está la matriz, un grupo de células que se dividen para crear nuevas. Lo hacen con rapidez pero sólo cuando reciben energía y eso es resultado de la combustión de glucosa, que requiere de la presencia de oxígeno.
Cuando el corazón deja de surtirle oxígeno al cuerpo, el suministro de energía se agota y cesa la división de células que hace que el pelo crezca.
Sin embargo…
No hay por qué asustarse.
¿Por qué persisten los mitos sobre barbas creciendo en las barbillas de muertos y uñas alargándose?
Si bien es cierto que esas observaciones son falsas, sí tienen una base biológica.
No es que las uñas crezcan, sino que la piel que las rodea se retrae, a medida que se deshidrata, haciéndolas parecer más largas (http://bmj.com/content/335/7633/1288).
Cuando están preparando un cuerpo, los directores de funerales a veces humectan las puntas de los dedos para contrarrestar este efecto.
Lo mismo pasa con la piel de la barbilla de un muerto: se retrae y hace que los vellos sean más prominentes. La piel de gallina causada por la contracción de los músculos erectores del pelo también contribuye a que parezca que creció la barba.
Así que si su imaginación está plagada de imágenes de cementerios llenos de ataúdes abiertos de los que salen cadáveres con largos cabellos y uñas grotescamente largas y retorcidas, tranquilícese.
Esas escenas aparecen en la literatura y las películas de horror pero no en el mundo real.
fuente: bbc.co.uk