¿Sentarse mal es perjudicial para la espalda como nos decían en el colegio?
Partamos de la base de que el ser humano no ha sido diseñado evolutivamente para permanecer sentado durante mucho tiempo. Pasar horas y más horas en una silla no es bueno para la salud. Sin embargo, en el colegio nos solían repetir aquello de que nos sentáramos rectos, con la espalda erguida, los pies en el suelo, la mirada al frente, para no crecer con la columna vertebral torcida y otros innombrables taras propias de Quasimodo.
Pero ¿cuánto hay de cierto en ello? ¿Realmente estar horas sentado de forma un poco informal pero cómoda es tan malo o sólo nos infundían ese miedo para que la clase resultara más formal, más marcialmente aparente?
Bienvenidos al colegio victoriano
No guardo un grato recuerdo de mis años de colegio, sobre todo en lo tocante a las normas absurdas y veleidosas que nos imponía el profesorado. Por ejemplo: cada mañana, tras soportar el transporte suburbano y las aglomeraciones de gente y sus mefíticas emanaciones, debía enfrentarme al control de mi directora. Absurdo control que consistía en erigirse junto a la puerta de entrada para recibir los buenos días de todo aquel (alumno, ser humano o ser en general) que ambicionase acceder al colegio. Las largas hileras de niños esperaban el momento con nerviosismo, entrenándose mentalmente para articular aquella expresión tan antinatural (sobre todo en mí) en semejantes circunstancias de cansancio, hastío y legañas.
“Buenos días. Buenos días. Buenos días. Buenos días. Buenos días. Buenos días. Buenos días”,repetía mecánicamente la directora, que semejaba un mamut de la cortesía, no por su extraordinaria similitud con un elefante de piel recubierta de pelo y largos colmillos curvados hacia arriba, sino porque provenía del período cuaternario.
Entonces llegaba tu turno y debías estar concentrado y contestarle con celeridad si no querías que te infligiera el castigo de retornar a la puerta de la calle y volver a subir las escaleras para enfrentarte de nuevo con ella. También era sancionada cualquier variación en tu saludo como, por ejemplo, un Hola o Buenas. El Buenos días que te exigían debía ser alegre, límpido y sincero, y contener todos sus fonemas.
Yo, siempre dócil y obediente para evitarme problemas (como la mayoría de mis compañeros de clase), solía decir Buenos días cada mañana. Sin embargo, yo no soy un robot y la repetición maquinal no es mi fuerte. Un día no conseguí hacerlo. Es más, no me salió de las gónadas hacerlo. Por consiguiente, aquella mañana me obligaron a subir las cincuenta y dos escaleras del colegio por segunda vez.
Sentarse bien
Éste es uno de mis traumas infantiles, gracias por escucharme (o leerme). Ahora viene el otro: en el aula había que sentarse correctamente, con la espalda recta, como si formaras una L con el cuerpo, y con los brazos cruzados, como Don Limpio o un portero cachas de discoteca.
Sin embargo, poco o nada hay de ciencia en dicho consejo. Los médicos saben que la mejor postura para la espalda es la que se conoce como “columna neutra”, y que corresponde a una columna vertebral relajada y ligeramente curvada. Tal y como explica Ken Jennings en su libroManual para padres quisquillosos:
Las directrices más recientes de la Agencia Ocupacional para la Seguridad y la Sanidad Laboral de Estados Unidos en cuanto a uso de ordenadores en el puesto de trabajo autorizan a las personas que han de permanecer sentadas frente a una pantalla a escoger libremente entre tres posturas: recto, reclinado o “declinado”. Dicho de otro modo, el ángulo exacto de la espalda es menos importante que algunos detalles ergonómicos como son mantener cierta altura de cabeza y los pies planos en el suelo. Un estudio de 2006 llevado a cabo en un hospital de Aberdeen, fue aún más lejos. Allí, los médicos tomaron imágenes de resonancia magnética de pacientes sanos sentados en tres distintas posturas: encorvados, rectos y echados hacia atrás 45 grados. Y descubrieron que la postura recta causaba el mayor movimiento de los discos espinales, movimiento que lleva al dolor de espalda. Los radiólogos que realizaron el estudio acabaron concluyendo que el ángulo de 135 grados (es que nos hace echarnos tanto hacia atrás que parecemos la caricatura de un padre de telecomedia viendo la tele) es la postura más cómoda.
Pues eso, que buenos días, buenos días, y buenos días. O como decía Truman: Por si no volvemos a vernos, ¡buenos días, buenas tardes y buenas noches!