Seis animales que han evolucionado más rápidamente de lo habitual
Hoy en día ya sólo podemos contemplar las descomunales criaturas que poblaban la Tierra a través de sus fósiles, como el mamut del río Songhua, que medía 5,2 metros de altura. O el cocodrilo gigante, que tenía una longitud de 12,2 metros. O el tiburón megalodón, de 16 metros de longitud. Hasta había escorpiones marinos gigantes de 2,5 metros y libélulas gigantes con una envergadura de 75 centímetros. Otra opción poco recomendable, aunque muy codiciada por los magufos, es visitar lugares donde supuestamente existen criaturas criptozoológicas.
Otra forma de viajar al pasado biológico de la Tierra es a través de antiguas especies que no parecen muy diferentes de sus primeros fósiles. Son criaturas que no han necesitado apenas evolucionar para sobrevivir. Como el celacanto, el cangrejo cacerola, la cucaracha, el escorpión, el pez pulmón australiano, el ornitorrinco, la rana púrpura, el panda rojo, el tiburón anguila o el ganso overo.
Sin embargo, hay especies que están al otro lado del espectro evolutivo. Especies de rápida evolución, que se han adaptado a gran velocidad a las nuevas circunstancias, siempre mutando, como un cambiaformas. Aquí tenéis algunos ejemplos:
Pingüino Adelaida: vive en la Antártida. El análisis de un ADN de hace 6.000 años revela que han evolucionado de dos a siete veces más rápido de lo que cabría esperar, tal vez de resultas del cambio climático.
Tuátara: vive en Nueva Zelanda. Su ADN puede cambiar en respuesta a variaciones medioambientales casi imperceptibles.
Zosterops vanikoro: se adaptan muy fácilmente. Sólo en las Islas Salomón existen 13 especies de Vanikoro, con diferentes tamaños, picos y colores en los ojos y las patas.
Ratón ciervo: vive en Norteamérica. En general, los ratones de campo tienen el pelaje oscuro para camuflarse mejor. Estos ratones viven en zonas arenosas y una rápida evolución genética los ha hecho más claros.
Cíclido: vive en Nicaragua. En apenas cien años, una especie de cíclido se ha dividido en dos, una con labios delgados y otra con labios gruesos, para poder alimentarse en rocas punzantes sin lesionarse.
Polilla del abedul: vive en las islas británicas. En los últimos doscientos años, esta polilla se ha vuelto más oscura para camuflarse mejor en un entorno cada vez más sucio por la contaminación.
Y, por supuesto, como bonus track, no podemos olvidarnos del ser humano, que también entra holgadamente en las especies de rápida evolución, tal y como explica el libro Listamanía:
Hace cinco millones de años que nos separamos de otros simios y hemos evolucionado rápidamente, adaptándonos a nuestro entorno. Por ejemplo, se cree que la piel de los europeos se aclaró hace sólo 10.000 años, para poder absorber más vitamina D durante los días con menos luz solar.