Bolas de pollo y queso
El pollo es una muy buena fuente de proteínas y que contiene aminoácidos de fácil absorción y digestión. Otro punto a favor de esta carne es que es baja en grasa, por lo que es considerada como carne magra. En ella predominan las vitaminas del tipo B, los minerales y el ácido fólico. Por su parte el queso es un exquisito lácteo que otorga de forma importante el calcio, además de necesarias proteínas, vitaminas y minerales. Estamos ante un exquisito y nutritivo plato clasificado entre los platos entrantes y que con su fácil preparación y rico sabor hace de él una muy buena opción a la hora de preguntarnos qué es lo que llevaremos a la mesa para deleitar el paladar de la familia. A continuación te presentamos esta fácil receta:
Ingredientes necesarios para las bolas de pollo y queso:
- 2 pechugas de pollo.
- 200 gramos de queso mozzarella
- 2 huevos
- Juego de (1) limón
- 50 gramos de leche
- Harina de garbanzos
- Hierbas provenzales (orégano, tomillo, albahaca, etc.)
- Ajo (molido)
- Sal
- Pimienta
Preparación:
El primer paso es coger las pechugas de pollo y cortarlas en trozos. Luego las situamos en un recipiente o bowl adecuado para procesar los alimentos. Le agregamos un huevo, el queso, el jugo de limón, la leche, sal y pimienta. Luego con ayuda de la procesadora molimos todos estos ingredientes con el objetivo de crear una especie de pasta. Tomamos el recipiente y lo situamos en la nevera por unos momentos. Luego de un rato se debe proceder a crear las bolitas. Para hacerlo es necesario humedecerse las manos y luego se deben hacer bolas con la mezcla, procurando que no queden demasiado grandes. El huevo restante se debe batir en otro recipiente. El siguiente paso es tomar las bolas y pasarlas por el huevo que batimos y a continuación, untarlas en la harina de garbanzos que debe estar en otro plato, mezclada con las hierbas provenzales y el ajomolido. Luego de hacer esto las sacudimos para quitar el exceso de harina. En un sartén se debe verter bastante aceite y luego calentarlo. Una vez que esté lo suficientemente caliente se deben echar las bolas para freírlas hasta que a simple vista parezcan listas y bien doraditas. Después se sacan, escurriendo el aceite y se depositan en un recipiente con toalla o papel absorvente con el fin de que no queden demasiado grasientas y aceitosas. Finalmente se sirven calientes.