Recordando la Fundación de La Trinitaria
Un día como hoy en 1838 se fundó la Sociedad Secreta La Trinitaria, que fuera la red de operación y planeamiento de la proclama de la Independencia Nacional del 27 de 1844. De acuerdo a los récords históricos, aquel 16 de julio, era lunes aproximadamente a las 11 de la mañana, un grupo de hombres entre ellos Juan Pablo Duarte, Juan Nepomuceno Ravelo, Félix María Ruiz, Juan Isidro Pérez en cuya casa se reunieron ese día, entre otros más. El día y la hora fueron escogidos por Duarte, para hacer coincidir el encuentro con una procesión de la Iglesia del Carmen para disimular la reunión.
El objetivo de la organización era reclutar hombres para la causa, ya había fracasado el intento de La Filantrópica, una sociedad artística y literaria que había utilizado la literatura y las artes escénicas como medio de difusión de la necesidad de independencia al pueblo, entonces oprimido bajo el yugo haitiano. Pero la finalidad de La Trinitaria era mucho más agresiva y por tanto más secreta.
Los trinitarios, conjurados desde entonces bajo ese nombre, tenían la responsabilidad de conseguir tres nuevos miembros, no conocidos entre sí de manera que se disminuyera el riesgo de que se delataran entre ellos. El resultado fue una red extensa en cuyo seno se forjaron los planes de proclamación de la independencia y la formación de una junta de gobierno. Aunque los planes originales de los trinitarios no se fraguaron, por motivos múltiples; entre ellos el exilio de Duarte; a estos hombres en teoría y práctica debemos los dominicanos la independencia.
Sin dudas la organización y tácticas imperantes en la sociedad secreta fueron claves para mantener sus planes a salvo y llevarlos a cabo en una situación política como la de entonces en la que los haitianos que habían gobernado por veinte y tantos años y que conocían el descontento de la población frente a su régimen y los intentos fallidos de independencia, pretendían a toda costa mantener subyugado el pueblo que todavía no podemos llamar dominicano, con fines de dominar la isla.
Al transpolar la situación de los trinitarios a épocas como la nuestra, resulta cómico pensar que algo así sobreviviese en las generaciones actuales. No es que sea imposible, sin embargo el dominicano promedio no tiene perseverancia, prueba de ello es que empezamos condenando al funcionario que desfalcó la economía nacional y meses después, celebramos con vítores cuando el susodicho es librado de cargos. O bien, enjuiciamos sin contemplaciones al “pobre” militar acusado de narcotráfico y cuando se le perdona su culpa lo recibimos con algarabía, pobrecito…
Gracias al cielo, que los trinitarios y los demás hombres vinculados a la causa independentista, los dominicanos primarios por llamarlos de algún modo, no tuvieron esa actitud, al menos no al principio, porque ya sabemos que años después algunos intentaron anexionarnos a España, pero ya eso es “harina de otro costal”. Lo cierto es que si los trinitarios no hubiesen tenido el temple que les caracterizó, hoy no conmemoráramos la fundación de la sociedad secreta La Trinitaria, sino tal vez un año más de yugo haitiano, o mejor dicho, un año más de gloria de unificación de la isla, porque se nos iba a olvidar de camino, quién era el oprimido y quién era el opresor.