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OPINION: Cómo enfrentar a las críticas extranjeras
Posted On 16 Jul 2015
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Si yo hubiese sido el encargado de contestar las críticas provenientes de académicos, periodistas, organizaciones y líderes extranjeros sobre lo que estamos haciendo con relación al tema de la presencia haitiana, hubiese respondido de una forma diferente a como lo ha estado haciendo Palacio y funcionarios del Gobierno.
Human RightsWatch, por ejemplo, a través del señor Vivanco, trató en su reporte, que entregó a la prensa local, solo el tema de los potenciales apátridas, citando docenas de casos. Yo le hubiese invitado a Palacio tan pronto llegó al país, le hubiese agradecido su preocupación sobre el tema y le hubiese recordado que el presidente Medina sabiamente optó por una ley bajo la cual pudiesen muchos optar por la nacionalidad y como hubo votos disidentes en la sentencia del Tribunal Constitucional.
Human RightsWatch, por ejemplo, a través del señor Vivanco, trató en su reporte, que entregó a la prensa local, solo el tema de los potenciales apátridas, citando docenas de casos. Yo le hubiese invitado a Palacio tan pronto llegó al país, le hubiese agradecido su preocupación sobre el tema y le hubiese recordado que el presidente Medina sabiamente optó por una ley bajo la cual pudiesen muchos optar por la nacionalidad y como hubo votos disidentes en la sentencia del Tribunal Constitucional.
Sí criticaría el hecho de que teniendo su reporte fecha del 1 de julio, ni siquiera citó que, por fin, la Junta Central Electoral publicó su lista de 50,000 personas con posibilidades de obtener la ciudadanía. También le crearía un canal de comunicación con Palacio y le hubiese llamado ofreciendo disculpas sobre su detención por parte de Migración en el aeropuerto.
Con eso tal vez el país se hubiese ahorrado sus fuertes críticas en tiempo “prime” en CNN en español, lo que no puede compensarse aun con millones de dólares que se gasten en relaciones públicas y cabildeo internacional.
Al alcalde de Nueva York, como en su nota escrita y leída tan solo se refirió a los potenciales apátridas, le hubiese contestado lo mismo que a Vivanco, agregando que en cuanto a su comentario durante el período de preguntas y respuestas sugiriendo a los turistas que no visiten a nuestro país, como en el sector turismo el grueso de los haitianos se han documentado, su sugerencia perjudicaría a los propios haitianos a quienes defiende. Lo mismo le hubiese dicho a los alcaldes de Montreal y Boston.
El principal diario de Puerto Príncipe ha enviado reporteros a Santo Domingo para cubrir las penurias de sus ciudadanos. Yo les hubiese invitado a entrevistar funcionarios de Palacio. Más aún, abriría una oficina en un hotel para que allí funcione un anexo de ese departamento de comunicaciones de Palacio, para que allí puedan acudir los muchos periodistas, extranjeros que de seguro volverán al país tan pronto se hayan iniciado las deportaciones involuntarias.
Allí encontrarían material sobre la historia de nuestras relaciones bilaterales, estadísticas, leyes, declaraciones de nuestros funcionarios, periodistas, representantes de la sociedad civil, las iglesias, etc. En el extranjero obligaría a nuestros diplomáticos a ser proactivos, visitando salas de redacción, “thinktanks” y universidades y no sólo ser reactivos, enviando cartas a los editores de periódicos donde el país ha sido criticado.
Se dirá que esa estrategia sería efectiva y caería bien en el extranjero, pero que aquí, como es sabido que nuestro presidente irá a la reelección, la misma le perjudicaría, pues esta no sería popular entre los dominicanos, y lamentablemente los que así opinan tendrían razón, por lo que lo anterior debería ser salpicado con una generosa dosis de frases patrióticas y nacionalistas.
Lo que no haría sería ofrecer respuestas al estilo de las expresiones pseudo nacionalistas de los Vinchos (complot, fusión, etc.). El comentario del presidente Martelly de que si en ambos lados de la isla se le hubiese hecho caso a los extremistas, hoy tal vez estaríamos en guerra, es aplicable. Más bien haría recordar cómo los americanos metieron en Guantanamo (¿campo de concentración?) a unos 30,000 haitianos y cómo la guardia costera norteamericana desde hace tiempo ha colocado a esta isla, “entre paréntesis”, para que los ciudadanos de ambos países no puedan llegar a territorio norteamericano.
Pero como no trabajo en Palacio, sino que me dedico exclusivamente a la investigación histórica, mis sugerencias creo que no pasarán de ser meras quimeras o, en el mejor de los casos, desinteresados consejos.
Si yo hubiese sido el encargado de contestar las críticas provenientes de académicos, periodistas, organizaciones y líderes extranjeros sobre lo que estamos haciendo con relación al tema de la presencia haitiana, hubiese respondido de una forma diferente a como lo ha estado haciendo Palacio y funcionarios del Gobierno.
Human RightsWatch, por ejemplo, a través del señor Vivanco, trató en su reporte, que entregó a la prensa local, solo el tema de los potenciales apátridas, citando docenas de casos. Yo le hubiese invitado a Palacio tan pronto llegó al país, le hubiese agradecido su preocupación sobre el tema y le hubiese recordado que el presidente Medina sabiamente optó por una ley bajo la cual pudiesen muchos optar por la nacionalidad y como hubo votos disidentes en la sentencia del Tribunal Constitucional.
Sí criticaría el hecho de que teniendo su reporte fecha del 1 de julio, ni siquiera citó que, por fin, la Junta Central Electoral publicó su lista de 50,000 personas con posibilidades de obtener la ciudadanía. También le crearía un canal de comunicación con Palacio y le hubiese llamado ofreciendo disculpas sobre su detención por parte de Migración en el aeropuerto.
Con eso tal vez el país se hubiese ahorrado sus fuertes críticas en tiempo “prime” en CNN en español, lo que no puede compensarse aun con millones de dólares que se gasten en relaciones públicas y cabildeo internacional.
Al alcalde de Nueva York, como en su nota escrita y leída tan solo se refirió a los potenciales apátridas, le hubiese contestado lo mismo que a Vivanco, agregando que en cuanto a su comentario durante el período de preguntas y respuestas sugiriendo a los turistas que no visiten a nuestro país, como en el sector turismo el grueso de los haitianos se han documentado, su sugerencia perjudicaría a los propios haitianos a quienes defiende. Lo mismo le hubiese dicho a los alcaldes de Montreal y Boston.
El principal diario de Puerto Príncipe ha enviado reporteros a Santo Domingo para cubrir las penurias de sus ciudadanos. Yo les hubiese invitado a entrevistar funcionarios de Palacio. Más aún, abriría una oficina en un hotel para que allí funcione un anexo de ese departamento de comunicaciones de Palacio, para que allí puedan acudir los muchos periodistas, extranjeros que de seguro volverán al país tan pronto se hayan iniciado las deportaciones involuntarias.
Allí encontrarían material sobre la historia de nuestras relaciones bilaterales, estadísticas, leyes, declaraciones de nuestros funcionarios, periodistas, representantes de la sociedad civil, las iglesias, etc. En el extranjero obligaría a nuestros diplomáticos a ser proactivos, visitando salas de redacción, “thinktanks” y universidades y no sólo ser reactivos, enviando cartas a los editores de periódicos donde el país ha sido criticado.
Se dirá que esa estrategia sería efectiva y caería bien en el extranjero, pero que aquí, como es sabido que nuestro presidente irá a la reelección, la misma le perjudicaría, pues esta no sería popular entre los dominicanos, y lamentablemente los que así opinan tendrían razón, por lo que lo anterior debería ser salpicado con una generosa dosis de frases patrióticas y nacionalistas.
Lo que no haría sería ofrecer respuestas al estilo de las expresiones pseudo nacionalistas de los Vinchos (complot, fusión, etc.). El comentario del presidente Martelly de que si en ambos lados de la isla se le hubiese hecho caso a los extremistas, hoy tal vez estaríamos en guerra, es aplicable. Más bien haría recordar cómo los americanos metieron en Guantanamo (¿campo de concentración?) a unos 30,000 haitianos y cómo la guardia costera norteamericana desde hace tiempo ha colocado a esta isla, “entre paréntesis”, para que los ciudadanos de ambos países no puedan llegar a territorio norteamericano.
Pero como no trabajo en Palacio, sino que me dedico exclusivamente a la investigación histórica, mis sugerencias creo que no pasarán de ser meras quimeras o, en el mejor de los casos, desinteresados consejos.
Si yo hubiese sido el encargado de contestar las críticas provenientes de académicos, periodistas, organizaciones y líderes extranjeros sobre lo que estamos haciendo con relación al tema de la presencia haitiana, hubiese respondido de una forma diferente a como lo ha estado haciendo Palacio y funcionarios del Gobierno.
Human RightsWatch, por ejemplo, a través del señor Vivanco, trató en su reporte, que entregó a la prensa local, solo el tema de los potenciales apátridas, citando docenas de casos. Yo le hubiese invitado a Palacio tan pronto llegó al país, le hubiese agradecido su preocupación sobre el tema y le hubiese recordado que el presidente Medina sabiamente optó por una ley bajo la cual pudiesen muchos optar por la nacionalidad y como hubo votos disidentes en la sentencia del Tribunal Constitucional.
Sí criticaría el hecho de que teniendo su reporte fecha del 1 de julio, ni siquiera citó que, por fin, la Junta Central Electoral publicó su lista de 50,000 personas con posibilidades de obtener la ciudadanía. También le crearía un canal de comunicación con Palacio y le hubiese llamado ofreciendo disculpas sobre su detención por parte de Migración en el aeropuerto.
Con eso tal vez el país se hubiese ahorrado sus fuertes críticas en tiempo “prime” en CNN en español, lo que no puede compensarse aun con millones de dólares que se gasten en relaciones públicas y cabildeo internacional.
Al alcalde de Nueva York, como en su nota escrita y leída tan solo se refirió a los potenciales apátridas, le hubiese contestado lo mismo que a Vivanco, agregando que en cuanto a su comentario durante el período de preguntas y respuestas sugiriendo a los turistas que no visiten a nuestro país, como en el sector turismo el grueso de los haitianos se han documentado, su sugerencia perjudicaría a los propios haitianos a quienes defiende. Lo mismo le hubiese dicho a los alcaldes de Montreal y Boston.
El principal diario de Puerto Príncipe ha enviado reporteros a Santo Domingo para cubrir las penurias de sus ciudadanos. Yo les hubiese invitado a entrevistar funcionarios de Palacio. Más aún, abriría una oficina en un hotel para que allí funcione un anexo de ese departamento de comunicaciones de Palacio, para que allí puedan acudir los muchos periodistas, extranjeros que de seguro volverán al país tan pronto se hayan iniciado las deportaciones involuntarias.
Allí encontrarían material sobre la historia de nuestras relaciones bilaterales, estadísticas, leyes, declaraciones de nuestros funcionarios, periodistas, representantes de la sociedad civil, las iglesias, etc. En el extranjero obligaría a nuestros diplomáticos a ser proactivos, visitando salas de redacción, “thinktanks” y universidades y no sólo ser reactivos, enviando cartas a los editores de periódicos donde el país ha sido criticado.
Se dirá que esa estrategia sería efectiva y caería bien en el extranjero, pero que aquí, como es sabido que nuestro presidente irá a la reelección, la misma le perjudicaría, pues esta no sería popular entre los dominicanos, y lamentablemente los que así opinan tendrían razón, por lo que lo anterior debería ser salpicado con una generosa dosis de frases patrióticas y nacionalistas.
Lo que no haría sería ofrecer respuestas al estilo de las expresiones pseudo nacionalistas de los Vinchos (complot, fusión, etc.). El comentario del presidente Martelly de que si en ambos lados de la isla se le hubiese hecho caso a los extremistas, hoy tal vez estaríamos en guerra, es aplicable. Más bien haría recordar cómo los americanos metieron en Guantanamo (¿campo de concentración?) a unos 30,000 haitianos y cómo la guardia costera norteamericana desde hace tiempo ha colocado a esta isla, “entre paréntesis”, para que los ciudadanos de ambos países no puedan llegar a territorio norteamericano.
Pero como no trabajo en Palacio, sino que me dedico exclusivamente a la investigación histórica, mis sugerencias creo que no pasarán de ser meras quimeras o, en el mejor de los casos, desinteresados consejos.
Por: BERNARDO VEGA