Muerte de las Mirabal: Legado Histórico
El 25 de noviembre de 1960, los esbirros del tirano Rafael L. Trujillo, cegaron la vida de las hermanas Mirabal, tres valientes mujeres que ofrendaron sus vidas por la causa libertaria de su país.
A pesar del crimen, Patria, Minerva y María Teresa fueron inmortalizadas en la conciencia de los dominicanos indignados por la muerte de estas valerosas heroínas. La tarde del 25 de noviembre, las mariposas ya no pudieron volar ante los ojos del dictador, pero su revoloteo siguió triunfal en los corazones de los dominicanos.
Patria, la hermana mayor, madre de cuatro hijos, se unió a la lucha con sus hermanas, porque como en ellas, ardía en su pecho la llama de la libertad, las ansias de extinguir de nuestra tierra al tirano y sus secuelas, la necesidad de instaurar un gobierno real no un régimen de terror.
Minerva, impetuosa, sabia y de gran carácter, madre de dos, fue la chispa que se encendió contra el tirano, en el corazón del país. Una mujer valerosa que se enfrentó al monstruo contra el que muchos habían fracasado. Y aunque murió, Minerva triunfó, porque nunca antes una mujer había hecho lo que ella, y nunca después Trujillo, tuvo descanso, su muerte se apresuró.
María Teresa, aun joven a su muerte, madre de una niña, tierna y de espíritu emprendedor, fuerte y como sus hermanas, acérrima enemiga de la dictadura y luchadora hasta el final, por lograr sus objetivos.
Estas tres mujeres nativas de Ojo de Agua Salcedo, fueron las protagonistas de una época de terror que vivió nuestro país en el ocaso de la dictadura trujillista. Con su muerte Trujillo firmó su sentencia, en un país, cansado de los maltrechos y vituperios que le impuso.
Su paso por la tierra, no fue en vano. Marcaron su tiempo, la historia y la vida de todos los que le conocieron y los que aun hoy a 53 años de su partida, siguen viendo sus huellas en suelo dominicano. Los que al recorrer la Casa Museo Hermanas Mirabal, sienten que la llama de la dominicanidad se enciende en sus corazones, que el coraje de estas mujeres no murió con ellas.
Efectivamente, su muerte es un legado. Como muchos de nuestros héroes nacionales, debieron sacrificarse para otorgarnos libertad, y en ese camino de Puerto Plata, se eclipsaron sus llantos de dolor y angustia, cercana la muerte y en ese momento, la historia cambió.