El teléfono celular ya es casi una extensión del cuerpo. Y ocurre desde edades cada vez más tempranas. No es raro verlos en las mochilas de chicos que asisten al colegio primario y su uso se amplía con la entrada a la adolescencia, sobre todo para el intercambio de mensajes de texto a través de chats o el acceso a redes sociales.
Pero “su inmadurez puede meterlos en problemas”, alerta un equipo de especialistas de la Clínica Mayo, de Estados Unidos, que elaboró una serie de consejos para que los padres ayuden a sus hijos a entender y evitar los riesgos relacionados con este tipo de comunicación.
1- Hable sobre los mensajes de texto con contenido sexual
Explíquele a su hijo las consecuencias emocionales de la práctica del sexting, o envío de mensajes con contenido sexual, a través de celulares u otros dispositivos electrónicos. Pueden resultar incómodos no sólo para quien los envía -sobre todo si es bajo presión-, como para quien los recibe.
También deben tenerse en cuenta las repercusiones a largo plazo: una foto o un mensaje puede reenviarse a otros contactos y resurgir después de mucho tiempo y avergonzar a la persona o generarle problemas escolares o laborales, entre otros. Cuando el contenido empieza a circular es imposible detenerlo.
Asegúrese de que su hijo adolescente entienda que es un delito poseer imágenes sexuales explícitas de menores de edad.
2- Infórmese sobre el ciberbullying
El hostigamiento cibernético consiste en utililzar un medio electrónico para amenazar o hacer daño a otros. En los chicos, el acoso puede vincularse con problemas de salud mental, alteración en el rendimiento escolar, drogadicción y violencia.
Asegúrese que su hijo entienda que no es aceptable difundir rumores ni hostigar a nadie a través de mensajes o ningún otro medio.
Motívelo a hablar con usted u otro adulto de confianza en caso de recibir mensajes de texto acosadores. Y explíquele que no dejará de tener acceso al celular u otros dispositivos por confiar en usted.
3- Evite que los mensajes de texto interfieran con el sueño
Enviar mensajes de texto después de apagar las luces o de acostarse puede interferir con un sueño reparador, especialmente cuando los mensajes son estresantes o están cargados de emotividad.
Algunos estudios sugieren que estar “conectados” a la hora de ir a dormir puede derivar en dificultades para conciliar el sueño, en un mal descanso y una posterior somnolencia diurna.
Para evitarlo: acuerde con su hijo un horario razonable para el uso del celular, suspendiéndolo, por ejemplo, pasada cierta hora en los días de escuela. Para reforzar esa regla, saque el teléfono de la habitación del chico por la noche.
4- Controle los mensajes
Sepa cómo usa hijo el teléfono, Internet y las plataformas de comunicación social para relacionarse con los demás. Siéntese de vez en cuando con él para ver los mensajes o hágale saber que usted puede revisar el contenido de su teléfono periódicamente.
Puede también instalar un sistema de control paterno en el teléfono del chico para enterarse de cuántos mensajes de texto tiene o cuántas búsquedas hace en la red electrónica y establezca límites.
5- Si conduce, no le permita que envíe mensajes mientras maneja
Según algunos estudios, enviar mensajes mientras se conduce es 20 veces más riesgoso que no hacerlo. Y para los adolescentes podrían ser un peligro mayor que para los conductores experimentados, dado que los accidentes de tránsito son ya la principal causa de muerte en conductores jóvenes.
Hable con su hijo sobre las consecuencias graves y hasta mortales en las que puede derivar este tipo de distracciones al volante. Explíquele que se le retirará el privilegio de conducir y usar el teléfono si lo hace mientras maneja.
Pídale que se comprometa a conducir sin distracciones. Dé el ejemplo guardando su teléfono en la guantera cuando conduzca. Además, considere descargar aplicaciones que impiden enviar mensajes de texto mientras uno conduce.
6- Establezca límites y aplíquelos
Si su hijo adolescente no desea cumplir con las reglas y expectativas impuestas por usted, o si le preocupa que el uso del celular perjudique su actividad en la escuela o en otras responsabilidades, tome medidas: si es necesario, quíteselo.
Recuérdele que tener un teléfono es un privilegio, no un derecho, y piense que prevenir cualquier posible consecuencia grave supera todo enojo o manifestación de ira que un chico sea capaz de expresar.