Convertir la piel en esperma para luchar contra la infertilidad
Reprogramar las células para que se conviertan en lo que queramos es una técnica cada vez más dominada por los investigadores. Ahora, hemos convertido células de la piel en espermátidas. ¿Para qué nos servirá?
Hace ya tiempo que el debate sobre las células madre se pasó de moda. A día de hoy, las técnicas y métodos para “transformar” células están tan avanzadas que podemos conseguir cosas increíbles. Como, por ejemplo, convertir célulasde la piel en esperma. Pero no nos confundamos, esto no es un mero capricho de los investigadores. El objetivo de la Fundación Instituto Valenciano de Infertilidad es ayudar a las personas con problemas para tener hijos. Dar a luz a una nueva vida es el objetivo biológico último de cada uno de los seres vivos que habitan la Tierra. Por eso, cualquier medida para ayudar a conseguir semejante milagro parece poca. Eso sí, la investigación que existe detrás no ha sido sencilla de llevar a cabo. Y todavía queda mucho camino por recorrer.
¿Cómo se convierte una célula de la piel en esperma?
El truco está en la “reprogramación celular”. Esta técnica consiste básicamente en tomar una célula y aplicarle un cóctel de sustancias para devolverla a un estado primario de célula madre. Para entenderlo correctamente, vayamos al principio. Todas y cada una de las células de nuestro cuerpo, a excepción de las células sexuales (los espermatozoides y los óvulos), contienen el mismo material genético. ¿Cómo se diferencian? El proceso de maduración hace que cada célula exprese de una manera particular ese material genético. Esto se controla por su disposición y por la expresión de sustancias de las células de alrededor. De esta manera, las mismas células son capaces de formar tejidos tan diversos como son el cerebro, el riñón o la sangre. Pero todas y cada una de ellas parten de una especie de “célula indiferenciada”, lo que se conoce como célula madre.
El proceso de reprogramación es el contrario. Estas células diferenciadas y especializadas, ¿pueden volver a ser lo que eran? Sí, pueden. Para ello,existen varias técnicas y mezclas de sustancias con las que devolver a las células a su estado primordial. Volviendo al con el que comenzábamos, el tejido del que partimos es la piel. Aplicando dichas técnicas a la piel volvemos a tener células madre. A partir de estas, solo hace falta “empujarlas” en la dirección adecuada. En concreto, sólo seis genes son necesarios para modificar la “naturaleza” de estas células, las cuales pueden convertirse de nuevo. Pero esta vez, se transformarán en espermátidas, o lo que es lo mismo, espermatozoides inmaduros.
El largo camino por recorrer
Pero, aunque es prometedor, el asunto todavía está lejos de resolver la infertilidad de las parejas. Y es que, aunque se han conseguido reprogramar las células para crear espermátidas, estas no pueden fecundar un óvulo. Al menos por el momento. Y en caso de que pudieran hacerlo, la investigación no se ha centrado en determinar si se podría desarrollar un embrión adecuadamente. Este es solo el primer paso para convertir las células de la piel, maduras, en células madre y de ahí, convertirlas en una de las más especializadas que posee nuestro cuerpo: los gametos. Por descontado, los resultados son muy exitosos, pero hará falta al menos otros cinco años para poder llevar esta técnica a algo fructífero en humanos.
El delicado material genético de su interior ha de ser, sencillamente, perfecto
Durante el proceso, aprenderemos más sobre las células madre y la reprogramación celular, un área en auge por la increíble cantidad de promesas que brinda. Pero no olvidemos que estamos hablando de células germinales humanas. Para poder producirse los gametos, las células sexuales con las que nos reproducimos, estos han de pasar por un delicado proceso de meiosis y diferenciación sexual. Tras esto, como explicábamos, han de madurar para convertirse en las células propiamente sexuales, las únicas capaces de fecundar. Además, el delicado material genético de su interior ha de ser, sencillamente, perfecto. Es la única manera de asegurar no sólo la viabilidad del embrión, sino una descendencia sana.
La última prueba
¿Dónde acaba un problema humano y empieza un debate ético?
Por todo lo anterior, existe una última barrera a la que habrá de enfrentarse esta investigación. Hablamos de la barrera legal, por supuesto. Actualmente en casi todo el mundo es ilegal experimentar con embriones modificados genéticamente. Las razones son principalmente éticas. Jugar a decidir qué caracteres se promueven y cuales no, es decir, hacer un “bebé a la carta” no es ético, en ningún caso. Tampoco lo es jugar con la fecundación y la creación de vida. Pero la finalidad de investigaciones como ésta es permitir que enfermedades y problemas que afectan a personas de todo el mundo dejen de serlo, como la infertilidad. El principal problema será poner el límite. ¿Dónde acaba un problema y empieza un debate ético? El tiempo determinará como solucionamos esta cuestión. Mientras tanto, es hora de ir preparándonos para un cambio que está por venir. Porque llegará, puede que a un ritmo lento, pero seguro.