Hace 10 años, en el mes de mayo, Britney Spears vivió uno de los episodios más polémicos de su carrera, cuando fue perseguida por decenas de paparazzi que buscaban captarla en un momento incómodo o una escena que diera mucho de qué hablar. Claro: la cantante no estaba en sus mejores momentos. Su marido vividor, Kevin Federline, la hacía pasar chiquitas. Asediada, con depresión postparto, con un matrimonio en ruinas, su estado mental no era el mejor.
Y la prensa quería cualquier cosa que la viera desmoronarse.
En aquel momento lo fotógrafos lo consiguieron, pues la cantante resbaló y casi tira a su hijo, Sean Preston, a quien llevaba en brazos y con el que más tarde escapó a una cafetería, llorando, por la presión que la fama y los medios ejercían en aquel momento sobre su vida.