¿QUÉ PASÓ EL 16 DE AGOSTO DE 1863?
Después de la Independencia de la República en febrero de 1844, nuestro país había entrado en una fase de organización en la que la crisis política, propia de una nación nueva estaba a la orden del día. Sin embargo, muy a pesar de la entrega de los próceres para obtener la soberanía del yugo haitiano, el primer presidente, Pedro Santana, firmó un acuerdo de anexionismo que anuló temporalmente la condición de país independiente que recién habíamos adquirido los dominicanos.
Pero, en 1863, en el calor de agosto, los dominicanos encabezados por el héroe puertoplateño Gregorio Luperón vencieron al ejército español en la denominada Guerra de Restauración, que devolvió a la República Dominicana su libertad. Sin embargo, aquel suceso tan crucial no fue una historia épica que los libros de texto resumen en un par de párrafos. Fue precisamente aquel evento, el que otorgó a nuestro país una segunda y definitiva independencia que si bien es cierto habían de pasar muchos años antes de que la estabilidad política fuera establecida, fue ese el punto de partida para que República Dominicana empezara su crecimiento en todos los aspectos.
Reitero que la guerra no fue un hecho épico, porque para las generaciones actuales, el 16 de agosto no es sino un esperado día festivo para extender el fin de semana de diversión en medio del verano. Para otros bien sea, el momento de escuchar la rendición de cuentas del presidente de turno y hacer sus conjeturas en el manejo administrativo de la nación por parte del mandatario. Pero una buena parte, a Luperón ni recuerda, como tampoco se recuerdan las más de 4 mil vidas criollas que se sacrificaron en aquella gesta, para garantizar la soberanía nacional.
En el Himno Nacional de Emilio Prud’Homme, la guerra de Restauración esta ilustrada líricamente entre los versos 25 y 29 y se muestra la difícil y dramática decisión de los soldados dominicanos de incendiar las ciudades por las que pasaban. Ejemplo de ello es el incendio de Santiago y en Puerto Plata, la tierra de Luperón, la Iglesia de San Felipe y el parque fueron consumidos a fuego.
La guerra de Restauración tuvo una participación mayoritaria de soldados del Cibao y el norte del país, en la que Santiago jugó un importante papel. Los historiadores han dicho siempre, que la gesta restauradora fue un acontecimiento que tomó por sorpresa a los españoles, pese al malestar de los dominicanos ante los efectos del anexionismo. Por ello Prud’Homme incluso dice en su poema consagrado himno, que el incendio de las revueltas de los criollos dejo atónito al leon de Castilla, que no era otro más que el frente español. Se destaca también el hecho de que el grupo de combatientes dominicanos, era menor en número, y estaba compuesto por guerrillas regionales comandadas por caudillos que se dedicaron a disminuir las fuerzas españolas estratégicamente hasta debilitar el ejército y derrotarlos.
Este año se cumple el 153 aniversario de la guerra de Restauración y aun en medio de los actos oficiales conmemorativos, muchos dominicanos seguirán ignorando qué pasó en agosto de 1863 y por qué los dominicanos lucharon sable en mano, según el mismo Luperón contó en sus notas autobiográficas. Por eso, como puertoplateña que el nombre del prócer dominicano para muchos no sea más que el topónimo de una escuela o una calle, me parece sencillamente desconcertante. Pero como dominicana, me apena aún más que estemos tan poco interesados por conocer lo que nos ha hecho país, por preservar nuestros orígenes y entender por qué somos lo que somos y cuanto sacrificio costó ese privilegio.
No se trata de una ignorancia colectiva, pues hay muchos dominicanos que toman muy en serio su patria y valoran lo que son, pero para muchos de nosotros, que vivimos en Quisqueya, los que estamos fuera, los jóvenes y aún los mayores, nuestras fiestas patrias y días solemnes como el 16 de agosto, no son sino un par de números rojos en el calendario.