La química fluye en Golden State
Tras el necesario periodo de adaptación que conllevó la llegada de Kevin Durant, Golden State Warriors ya ha puesto la velocidad de crucero. El fichaje del ex de Oklahoma City Thunder obligó a Steve Kerr a introducir algunos ajustes en el equipo, que tardó en mostrar el nivel que todos esperaban de su ‘Big Four’. Ahora, el conjunto de la bahía de Oakland ya parece haberlos interiorizado plenamente y eso se traduce en victorias -19 en los últimos 23 encuentros. No obstante, parte de la receta del éxito de los Warriors pasa también por lo extradeportivo.
“Las tormentas y la adversidad construyen la química. La temporada es larga y está llena de altibajos. Por eso es importante construir esa química fuera de la cancha”, cuenta Andre Iguodala. El ‘sexto hombre’ de Golden State asegura que la plantilla trata de sacar provecho de cada situación y que el buen ambiente es una de las claves del equipo. Vuelos o cenas de equipo, cualquier lugar sirve para afianzar esas relaciones fuera de la cancha que tienen un papel muy importante sobre el parqué.
Iguodala cuenta que en el avión acostumbra a mantener charlas ‘secretas’ con JaVale McGee -al que ya conocía de su etapa en Denver Nuggets– mientras que Stephen Curry, Klay Thompson, Zaza Pachulia y el hijo de Jerry West juegan al póker en lo que se conoce como ‘la mesa de los chicos buenos’.
En el campo, Curry se hizo a un lado en el primer tramo de la temporada para que la adaptación de ‘KD’ fuera más llevadera. Ahora, ambos conviven con total normalidad, sin egos personales de por medio y con ambos brillando a la vez. Fuera del campo, el proceso es similar. A Pachulia también le tocó comprobarlo: “Deseas que la química aparezca porque sientes presión con lo que se habla desde fuera. Es un proceso que lleva varios días y partidos y también son necesarios algunos golpes para que todo el equipo vaya en la misma línea. Teníamos ganas de pasar estos 40 o 50 primeros partidos para ver dónde estábamos en este momento y nuestra posición actual me hace sentirme muy seguro. Las derrotas inesperadas nos hicieron más fuertes. Nos preocupamos unos de otros y así tiramos adelante. No vamos a parar”.
Steve Kerr señala ese factor humano como una de las partes favoritas de su labor como entrenador y saca pecho del buen rollo que hay entre sus pupilos: “Este equipo tiene una química muy buena que se desarrolló muy rápido. Teníamos al núcleo principal del año pasado intacto, pero también hubo algunas salidas y las llegadas han sido geniales”. Con la máquina baloncestística ya engrasada, si encima lo extradeportivo acompaña, se hace difícil pensar que alguien pueda batir a estos Warriors.