Unos investigadores afirman traducir mediante inteligencia artificial parte del ‘lenguaje’ de los pollos
Tecnologías como la inteligencia artificial y los sistemas de aprendizaje automático tienen aplicaciones incontables. Pueden crear otras inteligencias, ser capaces de mejorar fotografías, descubrir a curiosos mirando nuestras pantallas, detectar conductas suicidas en Facebook e incluso traducir, de forma parcial, el lenguaje de los pollos para ayudar a los granjeros en el cuidado de su salud y bienestar.
Ingenieros y científicos avícolas de la Universidad de Georgia y el Instituto de Tecnología de Georgia llevan trabajando con este objetivo los últimos cinco años.
Identificando los patrones de su ‘habla’
Tal y como informa Scientific American, entre 2014 y 2016 el ingeniero investigador del GaTech, Wayne Daley, publicó junto a sus colegas una serie de estudios en los que sometían a grupos de seis a doce pollos de engorde a situaciones de estrés moderadas. Tras exponerlos a altas temperaturas, aumento de amoníaco en el aire e infecciones virales leves, registraron con micrófonos los sonidos que emitían.
Las grabaciones fueron introducidas en un programa de aprendizaje automático al que enseñaron a reconocer cuáles eran los sonidos de estas aves de corral en una situación normal, con bienestar, y cuáles eran los sonidos producidos en circunstancias angustiosas para los animales. La idea básica es poder reconocer los patrones que existen en su habla para saber en qué estado se encuentran.
De momento, según la información de la publicación estadounidense, el software de estos ingenieros y científicos avícolas puede detectar con una precisión casi perfecta en qué momento se sienten incómodos los pollos debido a un estrés térmico y cuándo se encuentran afectados por una infección que obstruye sus vías respiratorias. Todo en base a los sonidos que producen.
Según Daley, muchos granjeros avícolas con los que han trabajado “dicen que pueden oír cuando algo está mal en un rebaño, pero no pueden decirnos exactamente cómo lo saben”. “Hay mucha sutileza”, explica, así que están aprendiendo los cambios que existen en la frecuencia de los sonidos y en los niveles de amplitud o volumen que las máquinas pueden registrar.
A largo plazo, la intención de los investigadores es perfeccionar esta tecnología de modo que se convierta en una herramienta más dentro de las explotaciones avícolas. Los ganaderos podrían saber, gracias a ella, en qué momento algo no está bien en sus instalaciones y las aves lo sienten. Desde el mal funcionamiento de los sistema de ventilación o iluminación, a situaciones de estrés no advertidas, enfermedades en propagación o situaciones similares.