Científicos confirman la muerte violenta de un hombre de hace 33.000 años
Uno de los europeos modernos más antiguos murió muy probablemente por un acto violento cometido hace unos 33.000 años por otro individuo, según un estudio difundido por la universidad alemana de Tubinga, que asegura que así “se ha aclarado un asesinato”.
La víctima falleció como consecuencia de un acto de “violencia interpersonal” con “una evidencia indiscutible”, según revela el estudio.
A esta conclusión llegó el equipo científico autor del estudio mediante una tomografía computerizada (TC), el análisis experimental de traumas y una interpretación forense del cráneo de un hombre del Paleolítico superior de 33.000 años de edad hallado en una cueva de Rumanía.
Las lesiones en el cráneo del fósil (dos cicatrices y una fractura), anteriormente interpretadas como causadas postmortem,”se infligieron violentamente y probablemente llevaron a la muerte”, concluyen los científicos.
“Tanto nuestro análisis forense de traumatismo óseo como los modelos experimentales muestran que las fracturas son el resultado de dos sucesos de fuerza contundente, la segunda claramente con un objeto parecido a un palo”, explicó Katerina Harvati, del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Medio Ambiente Humano de la Universidad de Tubinga.
Además, la gravedad de las lesiones y la falta de signos de curación indican un golpe fatal a causa de un conflicto personal, en el cual la víctima y el atacante se enfrentaron de modo frontal y el golpe se llevó a cabo con la mano izquierda, porque la victima probablemente fue golpeada mientras estaba de rodillas, precisan los investigadores.
En su comunicado, la Universidad recuerda que al Paleolítico superior se le conoce por ser un período de innovación tecnológica, complejidad cultural y el aumento del “comportamiento simbólico” entre los seres humanos.
“Nuestros resultados muestran que el comportamiento de los primeros europeos modernos incluía conflictos violentos e incluso asesinatos”, concluye Harvati.
El cráneo fue descubierto en 1941 en el sur de Transilvania (actual Rumanía) junto con fósiles de osos y presuntas herramientas de piedra paleolíticas, durante la extracción de fosfato en la cueva de Cioclovina.