OPINION: Las extracciones amenazan al río Bajabonico de Imbert, Pto. Plata
PUERTO PLATA, República Dominicana.- El grave daño que comenten varias compañías de agregados contra el río Bajabonico preocupa a los puertoplateños.Estás empresas, que operan en la cercanía del principal río de Puerto Plata, a cada momento crean la necesidad engañosa de que hay que canalizar esa fuente acuífera, casi en extinción, para extraer el material y comercializarlo.
A estas compañias, que operan con el aval de las autoridades de Medio Ambiente, no les interesa el sedimento dejado por la canalización y solo sacan el material, que les deja grandes beneficios económicos.
Se recuerda que ese río era bastante caudaloao; inclusive era difícil cruzarlo de un lado a otro. Sim embargo, ahora ha perdido sus encantos y ya no puede suministrar agua para la producción agrícola y ganadera de los municipios que los circundan.
La complicidad de Medio Ambiente, dureante la gestión de las pasadas y presentes autoridades, ha permitido que la Grancera Sabinsa y otras empresas de agregados saquen riquezas vendiendo el material del río Bajabonico.
Es bien sabido que el Ministerio de Medio Ambiente no puede otorgar permiso para la extracción de material de los ríos y playas por más de 15 o 30 días a nadie que lo solicite. Sin embargo, y de manera muy extraña, los señores de la Grancera Sabinsa dicen tener un permiso permanente de Medio Ambiente que les autoriza hacer negocio con el material del río Bajabonico.
De este crimen ecológico se beneficia mucha gente. Inclusive, se informó que el Ayuntamiento de Imbert recibe 25 mil pesos mensuales para proteger ese daño al Medio ambiente y a la vida.
La Grancera Sabinsa no solo extrae el material sino que también le saca el agua con una potente bomba instalada en el mismo río.
Formulamos un llamado al Ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, para que investigue una auditoría al «permiso permanente» que dice tener Sabinsa, el cual es violatorio a la Ley 64-00, y disponga su inmediato desalojo del río Bajabonico.
Por GUILLERMO CASTRO