Consumo de café reduce riesgo de lesión renal aguda
Si usted es de los que necesita una excusa para empezar el día con una taza de café, un estudio realizado recientemente por investigadores de Johns Hopkins Medicine pone de manifiesto que, beber una taza de café al día, reduce la propensión de padecer lesión renal aguda.
Los hallazgos, publicados en la revista científica Kidney International Reports, revelan que el consumo diario de café, con independencia de la cantidad, reduce el riesgo de lesión renal aguda en un 15 %, siendo este riesgo menor aún entre quienes beben dos o tres tazas de café diarias, con una reducción de entre el 22 y el 23 %.
“Si bien ya éramos conscientes de la relación entre el consumo habitual de café y la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas, como la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y las hepatopatías, ahora podemos añadir a los beneficios de la cafeína la reducción del riesgo de lesión renal aguda”, señala el autor del estudio, Chirag Parikh, director de la División de Nefrología y catedrático de medicina en la Universidad Johns Hopkins.
La lesión renal aguda se define como una disfunción renal abrupta que ocurre en el plazo de unas cuantas horas o días y conlleva la acumulación de los productos de desecho en la sangre y el deterioro de la homeostasis de líquidos.
Este síndrome aparece con frecuencia en pacientes hospitalizados que presentan deterioro de la función renal por complicaciones y alteraciones fisiológicas derivadas de intervenciones quirúrgicas y farmacológicas. Los síntomas de la lesión dependen de la causa, siendo frecuentes la disminución de la excreción de orina, el edema en las piernas, los tobillos y la región alrededor de los ojos, el agotamiento, la dificultad para respirar, la desorientación, las náuseas, el dolor en el pecho y, en casos graves, las crisis epilépticas o el coma.
Los investigadores examinaron los datos de un estudio sobre enfermedad cardiovascular en cuatro regiones estadounidenses, denominado en inglés Atherosclerosis Risk in Communities Study, e identificaron a 14 207 adultos con una edad promedio de 54 años, que se incorporaron al estudio entre 1987 y 1989. Durante un período de 24 años, se preguntó a los participantes en siete ocasiones sobre la cantidad de tazas de café (de 8 onzas) que consumían diariamente: cero, una, dos o tres o más de tres. Durante el período investigativo, se registraron 1 694 casos de lesión renal aguda.
Incluso al valorar las características sociodemográficas y socioeconómicas, así como el régimen de vida y los hábitos alimentarios de los participantes, se estableció que el riesgo de padecer lesión renal aguda era inferior en un 15 % para el subgrupo que consumía café, independientemente de la cantidad, en comparación con el que no lo hacía.
Al estudiar la presencia de factores concomitantes, tales como la presión arterial, el índice de masa corporal, la presencia de diabetes, el consumo de antihipertensores y la función renal, quienes bebían café presentaron un 11 % menos de riesgo de padecer la enfermedad que quienes no ingerían la bebida.
“Suponemos que la razón por la que el café incide en la reducción del riesgo de lesión renal aguda radica en que mejora la perfusión y el consumo de oxígeno en los riñones, bien por el efecto propio de la cafeína o por la combinación de esta con componentes bioactivos”, explica Parikh. “Una adecuada función renal y la tolerancia a la lesión dependen de un constante aporte de sangre y oxígeno”.
Parikh señala que es necesario realizar más estudios a fin de precisar los mecanismos de protección renal asociados al consumo de café, sobre todo a nivel celular.
“Se ha sugerido que la cafeína inhibe la producción de moléculas que generan desequilibrios químicos y aumentan el consumo de oxígeno en los riñones, por lo que es posible que este compuesto favorezca la homeostasis renal”.
Tanto Parikh como el grupo de investigadores advierten que es imperativo realizar más investigaciones para valorar la repercusión que tienen, en la determinación del riesgo de lesión renal aguda, el consumo de otras bebidas con cafeína, como el té y las gaseosas, y la adición de leche, nata, azúcar o edulcorantes al café.