Naty Abascal: Óscar de la Renta se ha ido feliz, escuchando la música de Juan Luis Guerra
«Estoy hecha polvo, destrozada», reconoce Naty Abascal entre sollozos. La modelo y estilista no puede contener las lágrimas al otro lado del teléfono. Es un llanto de pena pero también de cansancio. «Llevo dos días sin dormir. El domingo hablé con Óscar porque yo ya sabía que estaba muy malito. Annette, su mujer, me pidió que viajara a Connecticut para verle. Tenía el billete y las maletas preparadas, pero la noche del lunes me avisaron de que había muerto. No llegué a tiempo. Estoy como si me hubieran dado palos», se lamenta.
Tras enterarse de la muerte de su «hermano mayor» –así le llamaba–, Abascal decidió cancelar el viaje. La familia del diseñador realizará un entierro íntimo y en un mes oficiará un gran funeral en Nueva York. Naty estará allí, en primera fila, como lo estuvo en todos los desfiles del modisto durante los últimos 50 años. Pero también quiere hacerle una misa en Madrid, donde De la Renta dio sus primeros pasos en la moda e hizo grandes amigos.
Abascal y De la Renta se conocieron en Nueva York en 1964. La modelo sevillana y su hermana Ana María habían viajado hasta allí de la mano de Elio Berhanyer para desfilar en la Feria Mundial. Ella todavía no era duquesa de Feria y él solo era el «protegido» de Elizabeth Arden. Pero nunca más se separaron, ni siquiera en los últimos días del creador. «Óscar llevaba ya muchos años batallando contra el cáncer. Tenía temporadas en las que estaba un poquito mejor y otras peor. Gracias a Dios este año pudo irse de vacaciones, hizo un viaje a Grecia», revela Abascal.
La diseñadora Diane von Furstenberg, otra amiga íntima del creador, lo acompañó en ese «tour» por las islas griegas. «Mire, una fotografía que le hice yo este verano en Corfú. Cantó hasta el final», escribe la inventora del «wrap dress» en un correo en el que adjunta una imagen en la que se ve a un exultante De la Renta con micrófono en mano. «Amaba cantar. Lo echaremos de menos, pero seguirá cantando por siempre en nuestros corazones», añade la presidenta del Consejo de Diseñadores de Moda de América.
Hombre renacentista
«Oscar fue un gran diseñador americano, latino de nacimiento pero europeo de formación. Era un artista, un magnífico creador y un hombre renacentista. Su amor por la vida y la belleza estaba patente en todo: en su ropa, en sus casas, en sus jardines», concluye Von Furstenberg. De hecho, De la Renta murió en su residencia de la localidad de Kent, Connecticut, un oasis natural que le descubrió el mítico director de arte Alexander Lieberman en 1971. Allí cantó sus últimas canciones.
«Se ha ido feliz, escuchando la música de su tierra», suspira Abascal, que explica que un grupo de cantantes de Punta Cana viajó expresamente a Estados Unidos para amenizar la agonía: «Óscar se emocionó muchísimo con ese gesto. Viajaron desde República Dominicana solo para cantar con él. Ya estaba muy mal, pero seguía sonriendo. También le pusieron música de Juan Luis Guerra. Estaba encantado».
De la Renta murió arropado por su familia y sus empleados. «Era una persona muy sencilla. Le encantaba jugar al dominó y al tenis con sus criados. Él no era de esos a los que solo les gusta la gente rica, los políticos y los poderosos. Nunca tuve un amigo más bueno. Fue como un hermano, como un padre…», asegura Naty. No puede contener las lágrimas. Ahora se siente «huérfana».