Acné con 30 años, o más
Conocido por su aparición en la adolescencia, el acné forma parte de nuestra vida de la misma manera que otros procesos fisiológicos que se dan en esa etapa como la primera menstruación o la aparición del vello púbico. Aunque, para muchos se transforma en un tormento que taladra su autoestima en pleno desarrollo. Más allá de formar parte de la pubertad, esta enfermedad de la piel se considera ahora un trastorno crónico que, cada vez más, afecta a personas adultas, sobre todo mujeres.
Se estima que entre el 50% y el 95% de los adolescentes de países occidentalizados tiene, o ha tenido, acné. Cifras que varían en función del tipo de lesiones a considerar. No obstante, aunque las manifestaciones leves se dejen a un lado, la frecuencia de este trastorno de la piel sigue siendo considerable, alrededor del 20%-35% de los púberes lo sufren.
Como se asocia a una etapa de la vida, muchas personas no le dan importancia a este trastorno, pero lo cierto es que los especialistas lo consideran un problema crónico que, además de recibir una valoración por un médico, debe plantearse un abordaje también crónico.
Por otro lado, en las consultas de los dermatólogos son cada día más frecuentes las mujeres que consultan por la aparición de acné. “Se estima que aproximadamente el 30% de las mujeres mayores de 25 años padece acné, por el 5-7% de los varones”, asegura Manuel Fernández Lorente, dermatólogo del Grupo de Dermatología Pedro Jaén (Madrid).
“Se dan diferentes casos. La mujer que no ha presentado nunca acné y que empieza tardíamente. Las que lo tuvieron en su adolescencia y luego desapareció. Y las que han tenido brotes que reaparecen en diferentes momentos”, explica José Luis López Estebaranz, jefe del Servicio de Dermatología de la Fundación Hospital Alcorcón, de Madrid.
El acné a edades tardías tiene algunas diferencias al que se da en la adolescencia. Por un lado, aparece en la zona U, conformada por los ángulos mandibulares, la zona peribucal y el cuello. En cambio, en el adolescente el acné se da habitualmente en forma de T: en frente y nariz. Además, a partir de los 25 años las lesiones suelen ser de tipo inflamatorias. “Por eso en esta etapa, requiere un tratamiento más adaptado, enfocado más a la inflamación que a los comedones [conocidos como puntos negros]. Por otro lado, la piel es distinta a la del adolescente, es más madura, más sensible y más propensa a formar cicatrices“, explica este especialista.
Hormonas, tabaco y estrés
Existen diferentes motivos por los que puede aparecer el acné en la segunda o tercera década de la vida. “Puede ser por motivo hormonal. Determinadas alteraciones, como el ovario poliquístico, pueden propiciar una mayor producción de hormonas androgénicas [hormonas masculinas] que hace que se segregue y libere más sebo que es la que termina obstruyendo el folículo y generando el acné”, explica Eduardo López-Bran, jefe de servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Cuando la mujer tiene esta alteración hormonal también puede presentar otros síntomas como ciclos menstruales irregulares, aumento de vello (hirsutismo) e incluso pérdida de pelo (alopecia). “El acné en la mujer adulta lo solemos denominar ‘acné hormonal’, mientras que en el adolescente se habla de ‘acné vulgar’ porque es consecuencia del estado de hiperseborrea normal de la adolescencia, sin tener niveles hormonales incrementados a los que se corresponden con su edad”, afirma Fernández Lorente.
En estos casos, cuando las hormonas tienen un papel determinante, el tratamiento de elección son los fármacos antiandrogénicos, aquellos que bloquean el efecto de las hormonas masculinas en la piel y cuero cabelludo. Muchos anticonceptivos tienen esta propiedad antiandrogénica, pero en la actualidad hay otros medicamentos que se pueden pautar sin necesidad de tomar anticonceptivos.
Se sabe también desde hace poco que el tabaco puede producir acné en mujeres. “Se comporta como un promotor del mantenimiento de la enfermedad. Es un factor agravante de un acné prexistente o un factor desencadenante en personas predispuestas. De hecho en mujeres fumadores la incidencia de acné supera el 50%”, asegura Fernández Lorente.
Pero un factor clave que parece estar detrás de muchos de estos casos de acné tardío es el estrés. La ansiedad o el estrés actúan sobre las hormonas androgénicas haciendo que produzcan más grasa. También se ha demostrado que el estrés determina inflamación en las glándulas sebáceas a través de un mecanismo neuroendocrino, por lo que empeora el acné.
A su vez, señala Fernández Lorente, el acné genera ansiedad o estrés, por lo que es muy frecuente que el acné/ansiedad/estrés se convierta en un círculo vicioso en los que ambos factores se retroalimentan.
¿Psicoterapia para el acné?
Este especialista reconoce que, en la práctica clínica, apenas se derivan pacientes al psicólogo o al psiquiatra. “No obstante, esto contradice un estudio denominado ‘ACS’ (estudio epidemiológico sobre la actitud, comportamiento y satisfacción en acné de los dermatólogos españoles). En este estudio, el 34% de los dermatólogos españoles considera que es muy necesario o bastante necesario que el paciente pueda disponer de apoyo psicológico, ya que el acné puede producir algún trastorno emocional o alteración de la conducta. Mi opinión es que los dermatólogos declaramos en la encuesta que es necesario un apoyo psicológico pero no derivamos a los pacientes a los profesionales de este sector (psicólogos)”, argumenta Fernández Lorente.
Por su parte, López-Bran se muestra partidario de “un tratamiento integral de los problemas dermatológicos. Si detecto un problema emocional, le recomiendo que acuda al psicólogo o al psiquiatra. La piel, como otros órganos, se puede ver afectada por las emociones”.
“Desgraciadamente, cada vez vemos más consultas generadas por el estrés con problemas en la piel y el pelo”. El origen de este mayor aumento de estrés podría iniciarse con la incorporación de la mujer al mercado laboral, sugiere este experto.
“En los hombres se ve menos. Pero es que el circuito hormonal de la mujer es más complejo y probablemente el folículo es más sensible a ese aumento en la producción androgénica generada por el estrés”, sostiene.
Finalmente, los dermatólogos insisten en que el acné debe ser tratardo por un especialista. En la actualidad, existen un amplio abanico de opciones terapéuticas, tal y como han sido recogidas en las guías europeas para el tratamiento del acné, publicadas el pasado mes de febrero por la revista ‘Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology’. En ellas se concluye que se deben tener en cuenta losbeneficios psicosociales de una piel libre de acné, por lo que insisten en considerarlo un proceso crónico con una terapia aguda y de mantenimiento para las remisiones.