¿Cómo actúa el cerebro cuando estamos enamorados?
Nuestro cerebro segrega las hormonas relacionadas con el enamoramiento y que nos hacen sentir en las nubes durante 5 años. Posteriormente nos acostumbramos a su efecto en nuestro organismo.
Aunque se suele decir que el corazón es el implicado cuando encontramos a nuestra “media naranja”, el cerebro es el encargado de hacernos sentir “mariposas en el estómago” y las demás sensaciones relacionadas al amor.
En este artículo te contamos cómo actúa la mente cuando nos enamoramos.
El cerebro también se enamora
El amor es esa bonita sensación de “estar en las nubes” y ese deseo imperioso por estar cerca de una persona especial.
Todas las emociones vinculadas al enamoramiento no son para nada “románticas”, sino que provienen del cerebro.
Así es, ya que la mente produce diferentes sustancias químicas (neurotransmisoresy hormonas) para que nos encontremos en un estado de “encantamiento”.
Aunque, por supuesto, es mucho más hermoso hablar de corazones y de mariposas, lo cierto es que la ciencia ahora se encarga de analizar el amor una tarea que antes estaba dedicada a los poetas, cantautores y escritores.
- Los cambios suceden en el sistema nervioso. No es algo mágico, sino biológico.
- Cuando nos enamoramos no podemos hablar normalmente, transpiramos a mares, tenemos taquicardias y nos ruborizamos.
- Todo esto está provocado por los cambios químicos en nuestro interior.
Y todavía hay más, ya que en la etapa inicial de enamoramiento las feromonas envían señales olfativas para que la otra persona nos preste atención.
Cuando esto se ha logrado, el siguiente paso es aumentar la producción de dos hormonas: la adrenalina y la noradrenalina.
Ambas contribuyen para que nos sintamos atraídos e incluso algo “tontos”.
- La primera sube la presión arterial y acelera las pulsaciones.
- La segunda es la responsable de la atracción sexual y los sentimientos de bienestar que experimentamos cuando estamos cerca de la persona amada.
Durante esta etapa también hay otra hormona que interviene: la testosterona.Si bien se relaciona a los hombres también la segregan las mujeres (en menor medida).
Es como una especie de afrodisíaco que se genera cuando sentimos deseo sexual.
El amor verdadero, las hormonas y el cerebro
Tras los primeros momentos de locura, euforia y pasión aparece el verdadero amor. Y con él otras hormonas se producen en el cerebro.
Una de ellas es la Feniletilamina o FEA.
Esta anfetamina natural tiene efectos estimulantes y al mismo tiempo excitantes que no nos permiten pensar en otra cosa que no sea en la persona amada, querer cuidarle, mimarle y estar con ella todo el tiempo.
Esta hormona altera nuestras percepciones y por ello pensamos que nuestra pareja es perfecta y no tiene defectos.
Además es la encargada de desencadenar otros neurotransmisores en el cerebro. Por ejemplo, la dopamina que es responsable del placer y del refuerzo.
Por ello se suele decir que el amor es como una droga y que somos adictos al ser amado.
Si por alguna razón la relación termina en esta etapa, tendremos un síndrome de abstinencia similar al de una persona que consume algún tipo de droga (por ejemplo, el cigarrillo o el alcohol).
Luego aparece en escena otra sustancia: la oxitocina. Esta nos hace ser más mimosos, cariñosos y expresar nuestros sentimientos a través de los besos y las caricias.
No por nada se la llama “la hormona del amor” y está relacionada con la reproducción, el parto y la lactancia.
Se produce en el hipotálamo y se almacena en la glándula pituitaria (que la segrega cuando es necesario). Cuando funciona como neurotransmisor es estimulante y aumenta la excitación sexual.
Cuando la oxitocina está almacenada en grandes cantidades sentimos más deseos de estar con nuestro amado.
Provoca una respuesta de placer en el cerebro y actúa como “recompensa”. Nos permite incluso ver más atractiva a nuestra pareja.
¿El cerebro se enamora para siempre?
Aunque ya hemos dejado de lado el romanticismo, nuevamente tenemos que decepcionar un poco a los más acérrimos poetas. El amor no dura para siempre.
En realidad el cerebro no siempre segrega hormonas “amorosas” porque no lo podría soportar.
Las reacciones químicas ligadas al enamoramiento pueden continuar apareciendo hasta los 5 años de relación.
Pasado ese tiempo el cuerpo y la mente se acostumbran a esa “droga” y ya no surte el mismo efecto que antes (como sucede con ciertas dosis de medicamentos).
En esos años hemos conocido más a la otra persona, lo hemos bajado de su pedestal y hemos pasado por diferentes situaciones positivas y negativas.
Es entonces el momento de trabajar más, porque el cerebro ya no lo hace por nosotros.
La monotonía y el aburrimiento surgen cuando no tenemos tanta oxitocina ni feniletilamina en el organismo.
Pero, atención, porque hay otra hormona que interviene: la vasopresina, la cual está relacionada a la monogamia y a los lazos afectivos.
La pasión del principio se ha esfumado pero ahora se mantiene lo verdadero, lo realmente bonito y duradero.
Tal vez no sea la etapa más apasionada, pero sí la más hermosa porque experimentamos el respeto, la confianza, la complicidad y la armonía con nuestro compañero de viaje.
A partir de ahora el cerebro no produce hormonas pero nos permite comprender al otro y pensar entre los dos las mejores soluciones para una relación (ahora sí) para siempre.