¿De dónde procede la palabra ‘abracadabra’?
‘Abracadabra’ se ha utilizado siempre para atraer a los espíritus benevolentes que protegen contra enfermedades, en virtud de la creencia curativa que se otorgaba en la antigüedad a ciertas palabras mágicas. Su etimología es incierta. Así, según el diccionario de Magia en el Mundo Antiguo (Ed. Aldebarán) proviene de la antigua expresión hebrea abreq ad habra, que significa ‘envía tu fuego hasta la muerte’, aunque otros autores sostienen que, aunque su origen es hebreo, su significado es la Trinidad al venir de ab, padre, ruah, espíritu y dabar, palabra.
Hay también quien asegura que ‘Abracadabra’ fue un ídolo de Siria que curaba ciertas enfermedades, al repetir varias veces su nombre. Y por último, los que afirman que proviene de abraxas, palabra que designa entre los gnósticos el curso del sol y representa a Dios todopoderoso, y dabar, cuyo significado es palabra divina.
Con el tiempo, la fórmula ‘Abracadabra’ acabó utilizándose como símbolo cultural de los conjuros mágicos, y se ha venido utilizando en multitud de obras literarias y películas.
Si bien hoy sabemos que la magia alude a un ‘truco’ o engaño, las palabras ‘conjuro’ y ‘magia’ no tuvieron ningún significado teatral hasta finales del siglo XVIII. Las descripciones de demostraciones mágicas se registraron en Egipto ya en el 2500 a. C. Tales relatos reflejan una mezcla inevitable de realidad y fantasía, una cualidad que comparten incluso con sus contrapartes más modernas.
Uno de los principios de la magia —de hecho, uno empleado y explotado por algunos de sus principales practicantes— es que los espectadores no pueden percibir correctamente los efectos milagrosos que han presenciado. Quizás los prestidigitadores siempre han entendido que cuando los espectadores se encuentran en un estado de asombro, su capacidad para recordar con precisión se ve disminuida. El uso de la psicología, por tanto, es una de las principales técnicas del prestidigitador, especialmente en la práctica de la distracción, en la que la atención del espectador se dirige a un punto específico determinado por el intérprete. El conocimiento de los principios científicos, la implementación de ingeniosos dispositivos mecánicos y una destreza física impresionante también son herramientas esenciales del mago exitoso.
Aunque existen varias referencias previas, la literatura impresa sobre magia data en serio de mediados del siglo XVI y abarca miles de textos. Las descripciones del arte pueden extraerse de categorías literarias muy divergentes: refutaciones de la brujería que encuentran necesario exponer los trucos de los magos; libros de secretos, que pueden incluir no solo recetas de ungüentos, metales japoneses, medicinas y colores de artistas, sino también algunos efectos mágicos simples; la literatura de los bajos fondos, que puede ofrecer explicaciones de las maniobras de trampa utilizadas por los personajes picarescos; trabajos sobre hidráulica y óptica, que discuten los principios científicos utilizados por los prestidigitadores; obras de recreaciones matemáticas; y libros de trucos vendidos con el propósito de enseñar, o al menos dar a conocer a los curiosos, los métodos utilizados por los magos. El descubrimiento de la brujería de Reginald Scot y La primera parte de inventos ingeniosos y agradables de Jean Prevost, ambos publicados en 1584, en Londres y Lyons, respectivamente, son los textos fundamentales sobre magia. Estas primeras descripciones reflejan actuaciones de prestidigitadores que probablemente tuvieron lugar décadas o incluso cientos de años antes de que fueran grabadas, y estos libros proporcionan la base para gran parte de los juegos de manos que todavía se utilizan.