Día de las Madres: no hay que ser una supermamá, dice psicóloga

Ruth llegó a la consulta de la doctora Ana Simó, iba referida por su cardiólogo, quien le recomendó ir a terapia para encontrar un lugar donde no se sienta juzgada para poder compartir sus emociones.
Ya en consulta, expresa su malestar físico que se agudiza en horario nocturno. Se siente sobrecargada, cansada, con dolor en varias partes del cuerpo y un sueño que nunca se le quita. Desde temprano comienza a bostezar, rogando que llegue pronto la hora de acostar a sus hijos.
“Me comentó que es cíclico el tener que pelear mucho para que sus hijos la escuchen y respeten y que está cansada de no contar con el apoyo de su pareja, y sentir que cada uno de ellos sólo sabe exigirle: “Mamá, recuerda el partido”, “Mamá, la cartulina para mañana”, “Mamá, la reunión en casa de fulanita”…, y así un montón de solicitudes y una infinidad de respuestas automáticas de su parte que ni ella misma recuerda, lo que la hizo dudar y pensar si tendría un Alzheimer precoz”, comparte la doctora Simó.
La terapeuta y directora del Centro Vida y Familia expresa que después de conocer la historia de Ruth (nombre ficticio), puede decir que ella es el vivo ejemplo de las mamás modernas: productivas en sus oficinas, líderes incansables; pero antes de iniciar su jornada laboral, esas madres ya han tenido que ejercer como maratonista corriendo detrás de sus hijos para que se levanten, se aseen, se vistan, se aseguran de que no se les queden sus libros, y cuidan su alimentación elaborando loncheras con productos orgánicos y sin azúcar añadida.
“Esta es la definición y rutina de miles de mujeres que como Ruth cuidan su hogar y también trabajan, y, sin embargo, al culminar su jornada no son capaces de ir a algún lugar recreativo porque la culpa de los pendientes en casa y del tiempo no dedicado a los hijos no les permite disfrutar”, agrega la también terapeuta de parejas.
Para esas madres, detalla la psicóloga, que cada día llegar a la casa ya es un ciclo interminable de organizar, cocinar, cuidar y muchas veces, de adelantar para que cuando llegue la pareja pueda estar lista para tener una noche de pasión, y esto, en vez de sonar excitante, para ella es un punto más para su suplicio. Una “tarea” más que cumplir.
Expresa que así se deja correr el tiempo, con más compromisos y menos oportunidades para descansar, para disfrutarnos, para conectar con los que nos genera bienestar, gracias a esa enseñanza de que “la felicidad está en ver a los suyos bien” que las mujeres tenemos tan arraigada en la psiquis.
Simó afirma que algo es seguro y es que el cuerpo nos pasa factura y ya el de Ruth, como el de muchas otras madres, le está pidiendo descanso. Y es que hoy hasta parece ser que la ocupación y el desgaste es la norma para que te puedan considerar una mamá de verdad.
“Las mujeres debemos romper ese molde aceptando que no todo lo podremos hacer, que es válido no cumplir con todas las expectativas y debemos aprender a callar esa voz que nos quiere crear la culpa por nuestras ausencias obligadas. La sanación comienza ahí, entendiendo y aceptándolo”, explica.
“No tenemos que ser una súper mamá para desarrollar un vínculo sano con nuestros hijos y nuestra pareja. No tenemos que desgastarnos para mantener nuestro hogar y trabajo. Lo que sí es necesario es sentir paz mental y aceptación de lo que realmente somos y hasta dónde podemos. Debemos conocer nuestros límites y cuidarnos”, concluye Simó.