El alto costo del sueño olímpico, financiero y emocional
EEUU.- Los Juegos Olímpicos hacen que muchos niños sueñen con oro. Y esos sueños pueden causar tremendos agujeros en los bolsillos de sus padres.
Tim Richmeier invirtió unos 5.000 dólares por temporada en los partidos de hockey sobre hielo de su hijo de 15 años: usó las devoluciones de impuestos, suspendió sus contribuciones a un plan jubilatorio y acumuló deuda en tarjetas de crédito. Richmeier dice que fue una gran experiencia para su hijo, pego luego de cuatro años de sacrificios, se alegra de que el chico no haya sido seleccionado para ir a los juegos.
“Sufría pensando en la próxima temporada, en que me iba a endeudar más”, admitió Richmeier, quien cría solo a su hijo en Phoenix.
Los campeonatos juveniles son cada vez más intensos y costosos en Estados Unidos.
Un estudio difundido por TD Ameritrade en el que se entrevistó a 1.000 padres de chicos que participan en competencias juveniles de cierto nivel pagan entre 100 y 499 dólares al mes por esas actividades. En uno de cada cinco casos, pagan más de 1.000 dólares mensuales.
Algunos padres están en condiciones de pagar esas sumas, pero otros buscan un segundo empleo, agotan sus ahorros o sacrifican muchas cosas. En el estudio, el 60% de los encuestados dijo que temían no poder ahorrar para el futuro.
En términos generales, los padres dicen que no se arrepienten de haber hecho esos sacrificios porque los beneficios físicos, psicológicos y emocionales de sus hijos son grandes. Expertos, sin embargo, recomiendan a los padres hacer un análisis frío y objetivo de lo que representa embarcarse en ese tipo de aventuras.
De los casi 8 millones de estudiantes de secundaria que participan en actividades deportivas, solo 480.000 compiten a nivel universitario, de acuerdo con TD. Y apenas un puñado se hará profesional o irá a los juegos olímpicos.
Quienes esperan que sus hijos consigan becas a menudo se decepcionan. El año pasado se repartieron 2.900 millones de dólares en becas relacionadas con actividades deportivas, pero es muy inusual conseguir becas que cubran todos los gastos y los padres se pueden ver obligados a desembolsar grandes sumas incluso si su hijo obtiene alguna beca.
A pesar de todo, los padres tienden a tratar de alentar los sueños de sus hijos.
“Lo hacen con amor, quieren lo mejor para sus hijos”, comentó Travis Dorsch, director de Families in Sport Lab en la Utah State University. “Lamentablemente, están mal informados”.
Dorsch dijo que cuando uno se especializa en un solo deporte, algo bastante común, corre más peligro de desencantarse y de sufrir lesiones. Y afirma que cuando una familia hace grandes sacrificios para apuntalar las actividades deportivas de un hijo, este siente una gran carga y no disfruta tanto.
De las familias que participaron en el estudio de Dorsch, que abarcó distintos niveles de ingresos y deportes, más de la mitad invirtieron menos del 1% de sus ingresos. Pero casi el 15% invirtió entre el 2% y el 5%, y un 3% invirtió más del 5% de sus ingresos.
Incluso cuando una familia está en condiciones de absorber los gastos, hay muchas presiones.
Lisa Williams, de Wilmette, Illinois, considera que los 2.000 dólares que paga por cada temporada de su hija en el fútbol no apuntalan su carrera deportiva sino que la preparan mejor para la vida afuera de las canchas. Vive en un barrio de gente de buenos ingresos en el que se “espera grandes cosas” de los chicos y se da por sentado que si alguien se dedica al deporte, lo hace a determinado nivel.
“Los propios padres pueden sentirse obligados a actuar así. ¿Quieres ser el padre que no busca lo mejor para su hijo y no lo manda a los campamentos de verano y le hace tomar clases extras?”, preguntó Williams. “No quieres que la gente diga ‘no quiere a su hijo”’.
Ese sentimiento de culpa que pueden tener los padres es un fenómeno relativamente reciente, según los expertos.
“Sentimos un compromiso emocional con las actividades deportivas de nuestros hijos, que nos hace más proclives a tomar decisiones cuestionables”, dijo Mark Hyman, profesor del programa de negocios en el deporte de la George Washington University.
“No hay que ver el deporte como una inversión”, expresó Hyman. “Si lo haces, seguramente te vas a decepcionar y tus hijos no querrán seguir en eso. Hay que saber reconocer que el deporte es algo bueno para los chicos por las cosas que les enseña y que pueden aplicar luego en la vida”.
Debbie Amorelli, de Upton, Massachusetts, dice que ella y su marido se preguntan cuánto deben invertir en los partidos de hockey de su hijo de 17 años, quien espera poder jugar a nivel universitario. Entre una cosa y otra, están gastando unos 10.000 dólares al año y usando la herencia de su padre.
“La experiencia que está viviendo es magnífica. Pero le hacemos notar que el dinero que se usa sale del fondo que tenemos para sus estudios”, dijo la mujer.