El bullying no es un problema escolar, es social
Uno de cada cuatro alumnos sufre acoso de forma verbal o física.
En una sociedad en la que lucha contra la violencia de género se ha convertido en una prioridad, el acoso escolar, aunque es un tema que cada vez tiene más presencia, no cuenta aún con los medios suficientes para hacerle frente. Según los datos del estudio «Cisneros X» —realizado por Iñaki Piñuel en 2005— 1 de cada 4 alumnos de Primaria a Bachillerato sufre acoso escolar. Datos que son extrapolables a la actualidad. «Acoso escolar y ciberbullying» han sido los temas que han ocupado la mesa de debate del Foro Servimedia-Comunicación.
A la espera de un Plan Nacional
Los datos del estudio «Cisneros X» los avala la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar. Su presidente, Enrique Pérez-Carillo, apunta que se debe crear un Plan Nacional para luchar contra el «bullying» porque su existencia es de capital importancia para primero, conocer el punto de partida de un caso; segundo, ver cómo evoluciona. El objetivo de su propuesta es claro: «sancionar de una forma educativa al acosador y proteger al acosado. La mediación no sirve, porque solo causa una revictimización y lo importante es la víctima».
Desde su punto de vista, este Plan Nacional debe incluir la formación como base de la actuación contra el acoso. Formación en todos los ámbitos: los niños, los padres para aprender a detectar y el personal en los centros educativos para combatir. «Falta formación integral y un protocolo no es suficiente», concreta Pérez-Carrillo.
«Todo lo que se ha estado haciendo hasta ahora no es suficiente»
Además, esta semana se reúne la Comisión de Convivencia de la Comunidad de Madrid por primera vez desde 2007, tal y como señala Arancha Ventura (Presidenta de la FAPA Giner de los Ríos). Ventura recalca que «en el acoso escolar hablamos de que los niños no están siendo felices, y se necesita de modelos en la sociedad, formación en los centros y una participación conjunta de todas las entidades».
«El acoso escolar no se queda en el centro»
La colaboración de todas las partes es algo fundamental porque «el acoso escolar no se queda en el centro», explica Arancha Ventura. «En muchos casos, es una situación vergonzosa y vergonzante para las familias, y silenciosa y silenciada en los centros», explica Juan Linares, presidente de la Asociación Alebrije.
Según José Antonio Luengo —ex Secretario General del Defensor del Menor— «el acoso escolar no es un problema escolar, es un problema social que se manifiesta en los centros por el tiempo que los niños y niñas pasan en ellos». «La arrogancia y la chulería se han convertido en la forma de tener éxito en la sociedad, algo que los niños han asumido como un rasgo propio», concreta este psicólogo.
El problema se magnifica, además, con el uso que se hace de la tecnología y es que «empeora según su intensidad y su duración», apunta Enrique Pérez-Carillo. «Con las redes sociales el acoso es 24 horas, siete días a la semana», concluye Linares.
Educación en valores
Si el problema es social y los nuevos recursos no hacen otra cosa que empeorar las circunstancias del acoso, la educación vuelve a ser la clave para evitar esta situación. «Primero se debe fomentar un ambiente saludable en la familia que, a la larga, permitirá una mejor integración en la sociedad», explica José Santos, secretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.
A los niños se les tiene que enseñar a ser asertivos
Los niños acosados lo son porque son singulares. «El perfil de las víctimas ha cambiado y no hay un estereotipo definido, aunque sí comparten los siguientesrasgos: tienen un círculo social reducido, no tienen las habilidades sociales suficientes o no son capaces de decir no. Hay casos en los que los niños son capaces de hacer frente a la situación, y en otros su respuesta emocional les supera. Incluso cuando los centros ponen todo de su parte», explica José Antonio Luengo.
Arancha Ventura recalca la importancia de «dedicar horas lectivas no solo “a la docencia de tizas”». Esto es: dedicar horas a la educación en valores, a fomentar el desarrollo de habilidades sociales, a entender la diversidad y a tener empatía. «Las escuelas, como la sociedad, han cambiado. Por lo tanto, el sistema educativo también tiene que cambiar», concluye Luengo.