El Café y la Cultura
Una taza de café esconde en sus aromas un proceso complejo, arduo y con mucha historia detrás. El café es la bebida más conocida en el mundo, presente en casi todos los países y con significados muy curiosos en cada cultura.
Hay más de 60 variedades de café, siendo el arábigo y el robusta las más comunes. Los países de mayor producción de café están encabezados por Brasil, seguidos de Colombia, la India, Filipinas y algunos centroamericanos y caribeños.
Sin embargo a pesar del complicado procedimiento de cultivo, y la preparación de los granos, el café constituye una tradición, toda una cultura que puede reunir a las personas en torno a temas de conversación, prácticas de nigromancia y es también considerado un activador de la energía del cuerpo debido a los niveles de cafeína en la bebida.
El café es parte de los desayunos de millones de personas alrededor del mundo y la merienda de la tarde de otros tantos. No obstante el café es un producto de propiedades beneficiosas para la salud, esto de acuerdo con la doctora Sandra Díaz Garoche de la Universidad Iberoamericana, el café no es adictivo y por el contrario puede disminuir el riesgo de diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer como vesícula e hígado. De todas formas es necesario saber, que tampoco es recomendable un consumo excesivo de este producto.
En la actualidad, el café orgánico ha ganado popularidad porque su proceso de producción excluye fertilizantes y aunque es mucho más arduo, arroja un resultado de mayor satisfacción que se percibe en el sabor, aroma y calidad. En nuestro país existen algunas granjas de café orgánico, aunque la tradición está apegada al producto convencional.
Pese a que se prepara de múltiples maneras, ya sea latte, capuchino, mocha, frío, o saborizado, el café negro es el favorito de la gran mayoría de las personas.
Para las culturas latinas sobre todo, una taza de café, es el equivalente a la excusa perfecta para un encuentro amistoso o de negocios. También ha sido la inspiración para libros en autores de la talla de Mario Benedetti y Julia Álvarez y es por supuesto una tradición irrompible tanto en las mañanas como en las tardes