EL DR. VÍCTOR QUIROZ O LA PERENNE VOCACIÓN DE SERVICIO (Facilitado por Omar Mesón)
Las calles, otrora polvorientas y olvidadas, llenas de juegos infantiles y silencios, el mar proceloso deambulando por entre catres y sonrisas, el pueblo raído por la inequidad de hombres abotonados al traje de la inmisericordia, fue el marco donde nació y creció Víctor Manuel Quiroz Gaspar. Posee en su ancha frente y su mirada escrutadora el signo insoslayable del compromiso; el incesante viento de la angustia que le crea la realidad de su pueblo, recorre arrasador por el hábitat de su conciencia, palpitan bajo el amparo de su interés las acciones redentoras en favor del ser humano sufrido que convive en su natal Sosúa aferrado únicamente a las esperanzas de su historia.
Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida,
esos son los imprescindibles.
Bertold Brecht
Desde su inusual precocidad ha sufrido en carne propia y en la ajena las indiferencias del medio. Se hizo adulto prematuro porque un hombre lo es desde el mismo momento en que toma conciencia de la necesidad que tiene de ser dolor colectivo, llanto repartido, bienestar soñado. El Dr. Quiroz, antes de su pediatría, antes de oficializar con un título universitario su sensibilidad social, buscó del niño desnutrido, de la madre abandonada, del anciano inerme, de la calle fría y desolada, buscó de la savia de la palabra empeñada; con su verbo tronante de orador guerrero que busca lo sensible en las mentes más fieras, apela a Dios para que abra a sus congéneres los ojos, la vista toda, y puedan palpar los alaridos del que sufre, el vendaval de lágrimas del desesperanzado, el incesante rayo del desconsuelo.
Siendo muy joven dirigió y protagonizó con la altura del líder que olvida sus dolores primordiales para pensar en las angustias de su prójimo, los movimientos más importantes que en busca de realizaciones sociales y humanas se llevaron a cabo en el municipio de Sosúa. Lo hizo desde la Asociación para el Desarrollo de Sosúa, Inc. en donde fue uno de sus dirigentes principales; lo hizo como el adalid que procuró la reivindicación de los suyos a través de programas sociales que coadyuvaron con el paliativo de las miserias humanas de su gente. Fue fundador del Club Rotario Sosúa, Inc., primer presidente del mismo y presidente en varias ocasiones. Desde esa tribuna organizó los más exitosos eventos verificados en su pueblo, eventos éstos que abarcaban aspectos médicos, de ayuda comunitaria, la construcción de vías de acceso más expeditas para nuestros hombres del campo, la construcción de espacios permanentes para la atención médica a escolares y al público en general, la construcción de espacios para la difusión y enriquecimiento de nuestra cultura, la extrapolación hacia otros países de nuestras inquietudes sociales y deportivas, la ayuda directa para que accidentados pudiesen recibir servicios médicos calificados en otras latitudes; en fin, realizó labores que abarcaron todos los campos de los requerimientos humanos. Todo esto para su pueblo, Sosúa.
La política eleccionaria es la manera menos mezquina de estar en las acciones del poder para volcarlas en favor de los pueblos; por esto, la lucha del hombre que lo hace con perennidad, debe comprometerse a seguir procurando que emane el fértil resultado social desde los curules de la oficialidad porque ello garantiza que el ciudadano que ha dado todo por su comunidad seguirá buscando vías para el desarrollo de la misma y para transmutar en sostenibles los programas que ha venido desarrollando durante toda su vida. Como edil, elegido abrumadoramente en dos ocasiones, utilizó su asiento de concejal y sus acciones como tal, para dignificar la política municipal, ejerciendo más que como regidor, como defensor de los bienes de un conglomerado que sangraba por su prominente herida.
Por todo esto y más, el Dr. Víctor Quiroz ha devenido, bajo el dictamen de Brecht, en un hombre imprescindible.