Ellas trabajan peor en equipo cuando el grupo solo está conformado por mujeres
Los hombres colaboran igual haya o no mujeres y con independencia de su estatus profesional o social, según un estudio.
¿Son los hombres más competitivos y las mujeres más hábiles para trabajar en equipo? Si hacemos caso a los estereotipos podríamos responder con un sí contundente. Pero una investigación de la Universidad de Harvard (EE.UU.) pone en duda este cliché. En realidad, según este trabajo las mujeres cooperan menos con otras compañeras cuando en el grupo hay diferencias de estatus profesional o social, algo que no le sucede a los hombres, según explica Joyce Benenson, del departamento de Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard.
Sin embargo, no se notaron diferencias de comportamiento cuando en el grupo trabajaban hombres y mujeres, tuvieran o no diferencias sociales o estatus profesional. Ambos eran capaces de colaborar sin problemas. Podría decirse que las mujeres son más «clasistas» que ellos cuando se trata solo de trabajar con féminas. Los detalles de este trabajo se publican en la revista «Current Biology».
Para llegar a esta conclusión los autores investigaron en el ámbito académico, en 50 instituciones de Canadá y Estados Unidos donde hubiera, al menos, dos hombres y dos mujeres profesoras titulares. Y rastrearon las publicaciones escritas entre 2008 y 2012 donde participaban investigadores senior y juniors. Buscaban la frecuencia con la que los profesores de más alto nivel colaboraron con profesores más jóvenes.
Como los chimpancés
Aunque el estudio se ha centrado en el mundo adulto, otras investigaciones con niños pequeños han mostrado cómo los niños suelen interactuar en gruposy las niñas tienden a buscar amistades más intensas con una sola amiga.
A los chimpancés les ocurre lo mismo y organizan sus relaciones de una forma muy parecida. «Los chimpancés machos pueden luchar continuamente por sus dominios con otro rival, pero suelen contar con aliados. Las mujeres no tienen esa inclinación biológicaque sí tiene el macho», explica Joyce Benenson, uno de los autores del trabajo.