Fundación de Santo Domingo: La Primada de América
El 5 agosto de 1496, Bartolomé Colon, fundó la Ciudad Primada de América, el ilustre Santo Domingo, capital dominicana.
Santo Domingo, fue inicialmente ubicada al margen oriental del río Ozama, el más caudaloso de la isla y luego trasladada por Nicolás de Ovando a la parte occidental, tras los azotes de un huracán que afectó la zona en 1502.
A partir de entonces la ciudad originalmente bautizada como La Nueva Isabela, floreció como el principal centro comercial de las Antillas y se denominó “Puerta de entrada al Caribe”.
Hoy día es la segunda ciudad más poblada del Caribe, seguida de la Habana, es el centro del Gran Santo Domingo, que incluye el Distrito Nacional, Santo Domingo Oeste, Este y Norte.
La ciudad capital, es la cuna central de historia y cultura del Caribe, como primer asentamiento colonial de la región. En Santo Domingo existen vestigios de esta época y son considerados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Entre estos, nos quedan monumentos de gran importancia como el Alcázar de Colón, primer castillo de América, la Casa de Tostado, el Hospital San Nicolás de Bari y otras edificaciones cuyo estilo arquitectónico reflejan las raíces medievales mezcladas a otros estilos.
Santo Domingo, debe este nombre al patrono católico santo Domingo, del cual el padre de Colón, era devoto. Más adelante se le llamó Santo Domingo de Guzmán, en honor al religioso. Sin embargo para 1936, el dictador Rafael Trujillo, cambió su nombre a Ciudad Trujillo; hasta 1961, cuando tras su ajusticiamiento, la capital recuperó su antiguo topónimo.
Actualmente Santo Domingo, es la metrópoli más importante del país, foco comercial del Caribe, poseedora de un puerto marítimo de amplia actividad, y sede de gobierno.
Una ciudad de gente laboriosa, triunfadora. Asediada múltiples veces por ataques piratas, víctima de arrasadores huracanes, terremotos, crisis económicas, gobiernos indolentes y muchas otras peripecias, pero poseedora de un tesoro histórico singular, y testigo silenciosa, de las escenas más abrumadoras de la dominicanidad. Una tierra fértil y alegre bañada por las impetuosas aguas del Mar Caribe.