¿Cómo hay que actuar ante un ataque de asma?
El asma es una enfermedad respiratoria que se caracteriza por la sensación de falta de aire cuando cursa de forma aguda. El asma, de forma muy general, es una predisposición de los bronquios a reaccionar de forma “exagerada” ante algunos estímulos: ácaros, olores, polen, etc. Cuando estos agentes entran en contacto con los bronquios estos sufren una reacción inflamatoria que ocupan el espacio que debía estar ocupado por el aire y comienza el ataque de asma.
El asma de forma crónica tiene unos tratamientos muy concretos que están en constante revisión. Pero de forma aguda la misión de los servicios de emergencia es abrir los bronquios y proporcionar oxígeno suplementario para paliar su falta. Debemos actuar por ese orden porque por más que aportemos oxigeno si los bronquios continúan cerrados no vamos a conseguir mejorar al paciente.
Para abrir los bronquios usamos una serie de medicamentos que son habituales y muy conocidos por los enfermos asmáticos. Son fármacos broncodilatores (salbutamol y terbutalina). Estos fármacos pueden administrarse de distintas formas. Lo habitual es que los pacientes asmáticos lo lleven en forma de polvo seco que pueden aspirar con dispositivos que se llevan en el bolsillo. Lo recomendable es que en seguida que el paciente note falta de aire los use de forma correcta.
Tambien se pueden dispensar en forma de nebulización en el caso de que la crisis sea más grave. Para ello se precisa de una fuente de aire que permita la nebulización de pequeñas partículas del medicamento hasta el pulmón. Por último se pueden usar de forma parenteral, es decir, vía intravenosa o subcutánea en casos de crisis muy graves.
Aunque existen otros fármacos que se usan en estas patologías los que pueden acortar el tiempo de la crisis y conseguir que se abran los bronquios son los broncodilatadores. Si, en seguida que empieza la crisis, se comienza con su uso lo normal es que en pocos minutos se solucione y no sea preciso avisar a los servicios de emergencia.