Implicaciones de un ataque cerebral
Si súbitamente sufre pérdida de visión en un ojo, adormecimiento o pérdida de fuerza de un lado del cuerpo, alteración de la conciencia, dificultad para hablar, entender lo que le dicen o expresar sus ideas, busque ayuda. Es probable que sufra un accidente cerebrovascular (ACV).
Alteración de la conciencia, dolor de cabeza y náuseas o vómitos también pueden apuntar a un ACV, un tipo de trastorno circulatorio cerebral, cuyos síntomas varían dependiendo de la parte del cerebro afectada.
Si bien los síntomas pueden presentarse en conjunto o por separado, en todos los casos se necesita atención rápida y adecuada.
“El cerebro no tiene una ventana de intervención tan amplia como otros órganos -dice Víctor Rivas, jefe del Servicio de Neurología del Instituto Dominicano de Cardiología-. Se cree que el período crítico para actuar son las primeras tres horas”.
Mientras más rápido acuda a la emergencia de un hospital, más posibilidades tiene de proteger las áreas del cerebro que aún no han sido dañadas por el ACV. Sin embargo, el médico afirma que, aunque el paciente recupere la función, siempre quedará un área cerebral afectada. Además, la sucesión de varios infartos cerebrales causa un daño acumulativo.
“Pacientes con varios eventos cerebrales van a tener más deterioro cognitivo”, señala Rivas.
Pacientes con riesgo de demencia pueden empeorar como consecuencia de muchos infartos cerebrales. De hecho, existe una patología conocida como demencia vascular, la sufrida por un paciente que pierde la memoria como consecuencia de múltiples infartos cerebrales que, aunque pequeños, van “desconectando” áreas importantes del cerebro.
Y es que el ACV también puede ser asintomático.
“Ese es otro problema del cerebro: hay áreas que son muy ‘elocuentes’ y expresan rápidamente un síntoma o un signo, pero hay áreas que no son ‘elocuentes”, comenta Rivas.
Por eso es necesario prestar atención a los factores de riesgo, a fin de reducir en lo posible la ocurrencia de estos ataques.
Factores de riesgo
Existen siete grandes factores de riesgo asociados con el ataque cerebral: la hipertensión arterial no controlada o mal manejada; la edad, pues con el envejecimiento las arterias pierden elasticidad y se van llenando de placa que produce obstrucciones; el tabaquismo; los trastornos de las grasas; la diabetes; antecedentes familiares de ACV y el sedentarismo, expresa el galeno.
La mujer que sufre de migrañas, fuma y usa anticonceptivos orales tiene alta probabilidad de infarto cerebral, dice el especialista.
Por otro lado, los trastornos de la coagulación y el lupus se asocian con el ACV, pero se trata de patologías menos frecuentes.
“Excepto la edad y los antecedentes genéticos familiares, los demás factores son controlables y de esa manera reducimos el riesgo”, expresa Rivas.
Consecuencias
El ACV es la tercera causa de muerte y primera causa de discapacidad en el mundo.
La discapacidad, en la mayoría de los casos, es permanente y reduce la productividad del paciente, que necesita una gran inversión económica tanto para su cuidado como para prevenir un segundo ataque.
La persona llega a requerir meses de fisioterapia y, si no puede valerse por sí misma como consecuencia de la discapacidad, necesitará cuidado especial en el hogar.
Pero eso no es lo peor. La probabilidad de morir aumenta tras un ataque cerebral, informa Rivas.
“Cuando tú tienes una enfermedad vascular, es decir, cuando has tenido un infarto cerebral, un infarto cardíaco o una obstrucción de una arteria de una pierna, el riesgo de que hagas un segundo evento vascular se multiplica por tres; cuando hay un infarto cardíaco hay tres veces más riesgo de un infarto cerebral, pero cuando hay un infarto cerebral hay nueve veces más riesgo de infarto cardíaco”, explica el neurólogo. Los accidentes cerebrovasculares o infartos cerebrales se clasifican en isquémicos y hemorrágicos.
Los isquémicos se producen por la obstrucción de una arteria, lo cual impide la llegada de sangre a una zona del cerebro. Los hemorrágicos se presentan como consecuencia de la ruptura de una arteria que desencadena una hemorragia dentro del encéfalo.
“El ACV hemorrágico tiene peor pronóstico que el isquémico”, dice el neurólogo Víctor Rivas.
En el ACV hemorrágico hay una salida brusca de sangre que puede crear un efecto de masa, además de edema cerebral, que comprima las áreas vitales del cerebro y comprometa la vida del paciente.
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