¿Rodará James Cameron «Avatar 2» en su propia «casa»?
El cineasta compró en 2011 un vasto terreno rural en Nueva Zelanda donde se cree que podría grabar la segunda parte de la película más taquillera de la historia del cine.
Los rumores en torno al inmenso terreno que adquirió Cameron en Nueva Zelanda, muy cerca de donde emplazó Peter Jackson la Tierra Media –el hogar de los hobbits de El Señor de los Anillos– no han parado de sucederse desde que se llevó a cabo la compra. A finales de 2011, el cineasta se hizo con dos terrenos agrícolas de más de 1.000 hectáreas en la Isla Norte. Cameron pagó cerca de 16,4 millones de dólares (12,6 millones de euros) por el terreno, una vasta zona silvestre que rodea el lago Pounui y que se encuentra prácticamente a la orilla del mar.
«James F. Cameron y su familia intentan residir indefinidamente en Nueva Zelanda y han adquirido la propiedad para vivir y operarla como una granja productiva», señaló tras la compra la Oficina de Inversiones Extranjeras, el organismo que aprobó el negocio. No obstante, el mundo del cine cree que Pounui sería el lugar perfecto para llevar a cabo el rodaje de la segunda y tercera parte de «Avatar». El terreno ya ha sido bautizado como «Pandora», el nombre del planeta imaginario en el que se sitúa la acción de la película de animación digital.
El New York Times reveló ayer que el director espera «nutrirse de la magia» del lugar para crear las dos secuelas de la película que más recaudación ha logrado en la historia del cine. Dos películas rodadas en 3D que girarán en torno a la historia de Pandora y el «mito ecológico» del mundo de «Avatar».
Los exteriores de la primera parte se grabaron también en Nueva Zelanda y el equipo de Camerón contó con la producción de Weta Digital, la compañía de efectos especiales de Peter Jackson localizada en Wellington (a menos de 100 kilómetros de la finca adquirida por el director).
La compra de Cameron generó en su momento una fuerte polémica. La adquisición de terrenos por parte de extranjeros podría traducirse en un aumento de los precios de la tierra, lo que impediría que los neozelandeses se convirtiesen en propietarios de áreas productivas agrícolas.