“Yo me avergüenzo de esos muchachos que llegan a Grandes Ligas y creen que para ser buenos tienen que inyectarse sustancias prohibidas y es realmente una pena que esto pase, cuando la mayoría de esos jugadores son, en un 90%, dominicanos”, confesó Marichal.
Las declaraciones fueron ofrecidas durante una entrevista realizada por David Collado para el programa Emprendedores que se trasmite todos los sábados a las ocho de la noche por Color Visión y que tiene como fin incentivar a los jóvenes dominicanos a que con esfuerzo, sacrificio y persistencia pueden destacarse y alcanzar sus metas en la vida.
El inmortal del beisbol aseguró que la falta de educación es el motor principal que lleva a esos jóvenes a utilizar este tipo de sustancias y les instó a trabajar y prepararse para no ver los esteroides como una plataforma para ser mejores.
“Entiendo que muchos de ellos recurren a este tipo de acciones por falta de educación porque en nuestra época nosotros no tuvimos que usar nada para llegar donde llegamos.
Ellos deben de saber que todo atleta que se prepara, que trabaja y lucha por alcanzar un objetivo no tiene que incurrir en nada prohibido para pegarle más fuerte a una bola, que no hay necesidad de sobresalir a base de la trampa o usando sustancias que no son legales.
Ellos saben que esas son cosas que no se pueden hacer y que aunque se utilizó en algún momento hoy en día está prohibido, por lo que deben ajustarse a lo legal y asimilar que esas son sustancias que no se necesitan para ser un buen jugador”, enfatizó.
Al preguntarle cómo pudo lograr mantener el equilibrio entre la fama con su llegada al Salón de la Fama de Cooperstown y los demás reconocimientos que recibió a lo largo de su carrera dijo que la receta estuvo en pensar que detrás de su nombre había un país que representaba.
“Supe mantener los pies en la tierra porque siempre, desde que salí de mi país nunca me olvidé de que había una cantidad de personas siguiendo la carrera de Juan Marichal y por ello tenía y quería hacer todo lo posible para no defraudarlos”, subrayó el pelotero estrella.
Marichal habló además, en exclusivo para el programa Emprendedores, temas relacionados a su trayectoria, sobre su vida personal, de cómo pasó de su pueblo natal, Laguna Verde, a firmar en las Grandes Ligas, lo que vivió al llegar a Estados Unidos en una época donde el racismo era campante y su posterior acogida en Cooperstown. También conversó sobre las situaciones precarias que tuvo que atravesar siendo muy joven, sobre su familia y sobre sus proyectos. La entrevista fue trasmitida el pasado sábado.
Marichal: “Yo solo quería ser pelotero”
Entre las preguntas que los espectadores pudieron ver, están las siguientes:
¿Cómo eran las condiciones económicas de su familia y por ende de usted?
Eran muy precarias. Mi padre falleció cuando yo tenía apenas tres años y mi madre, Natividad Sánchez, crió cuatro hijos ella sola porque no volvió a casarse. En mi casa no había dinero pero nunca faltó la comida, siempre había mucha porque heredamos una tierra donde sembrábamos de todo. Recuerdo que casi siempre, los sábados, ella decía “hoy vamos a comer en la finca” y lo único que había que llevar ara sal y manteca porque en esa finca lo teníamos todo.
¿En algún momento, en su niñez, usted imaginó que saliendo de Laguna Verde a ser un inmortal del béisbol?
No, nunca lo pensé. En aquella época, en los campos como Laguna Verde, no había llegado la televisión y los juegos se escuchaban en un radio pequeño. Yo sólo quería ser pelotero para ser miembro del equipo nacional que representaba al país en playas extranjeras como lo hacían los dominicanos El Gallo Martínez o Juan Sánchez. Nunca pensé en participar en la pelota profesional o en las Grandes Ligas porque no conocía sobre ella, ni siquiera sabía lo que era Cooperstown. Todo eso lo fui aprendiendo a través de los años mientras jugaba en las Ligas Menores, que en la medida de mis éxitos, al final de cada temporada, me movían de una liga a otra e iba escalando a otra liga más alta. Ya cuando llegué a clase A, en el 1958, todos mis compañeros me decía que tenía muchas posibilidades de llegar a Grandes Ligas y a partir de ahí conocí ese terreno y las ventajas que tenía un jugador que llegaba a ese nivel.
En los años previos a entrar a Grandes Ligas, existía mucho racismo en los Estados Unidos, sobre todo para los latinos. ¿Fue víctima de ese racismo?
Si, en grande. Llegué por primera vez a Estados Unidos en el 1958 a la localidad de Stanford, Florida junto con un grupo de dominicanos, cubanos, puertorriqueños y venezolanos. Inmediatamente noté que había grupos divididos entre los latinos de piel clara, que podían juntarse con los blancos americanos y los latinos de piel oscura que se juntaban con los negros americanos. Cuando me pregunté el por qué, ya que en mi país yo no conocía eso, me explicaron que allá las cosas eran distintas. La única vez que estábamos juntos era en el club house y en el terreno de juego, después todo lo demás debíamos hacerlo por separado. No podíamos ni comer con ellos en el mismo salón, debíamos hacerlo aparte”.