La caída del imperio Iverson… Por Pechú!
La orden judicial no deja espacio para las cábalas. La mansión va a ser subastada el 4 de diciembre debido a los impagos en la hipoteca. Otros 4,5 millones de dólares que se cuelan por el sumidero. El Rey Midas del baloncesto dejó de serlo hace mucho tiempo. Lo que antes bañaba en oro sólo con posar sus manos está ahora cubierto de telarañas.
Atrás quedan los días azules en que su estrella brillaba con intensidad cegadora. Aquella campaña 2000-2001 en que los Sixers se auparon a lomos del ídolo y rozaron el sueño de un título NBA. Sólo quedan los recuerdos del anotador compulsivo, del Iverson que superó hasta en cinco ocasiones la treintena de puntos de promedio por campaña.
Desahuciado, el escolta ha mendigado un hueco en equipos de Puerto Rico y de Europa. A sus 37 años siente que todavía tiene muchas canastas por encestar, muchas alegrías que trasladar a la grada.
El hombre menudo de 1,83 y 75 kilos ha dejado de amedrentar a las defensas rivales. El eterno protagonista no soportó el papel secundario en los Grizzlies de 2009. Fueron tres partidos y una huida que todavía no ha llegado a buen puerto. La luz que antes irradiaba sin apenas quererlo lanza ahora destellos cortos e intermitentes que más bien semejan una señal de socorro susurrada en código morse.
No todo fue una alfombra roja hasta que alcanzó la fama. Con 17 años, Iverson se vio envuelto en una pelea en una bolera de Hampton, en Virginia. Se dijo que golpeó a una chica en la cabeza con una silla. El cargo de linchamiento dibujaba un futuro oscuro de cárcel. Como tantos jóvenes negros de su generación, temió por su futuro. Pasó algún tiempo en el correccional, pero los 15 años de condena se volatilizaron tras el indulto del Gobernador Douglas Wilder. El excelente atleta quedaba libre.
El resto es historia. La de una leyenda de la NBA. La del ascenso a los cielos y caída a las profundidades ígneas del infierno. La vida de un genio del baloncesto que consumió su fortuna en casinos y malas inversiones.
Los empleados judiciales entran en la mansión de Atlanta. El imperio Iverson se ha desmoronado. ‘The Answer’ no encuentra respuesta.