La cruel realidad de envejecer en Hollywood
Los Ángeles (EE.UU.). El reciente cambio de aspecto de la actriz Uma Thurman habla de una cruel realidad que viven muchas actrices en Hollywood, una industria muy masculina donde manda la imagen y en la que las arrugas en el rostro de una mujer son un mal negocio.
Thurman, de 44 años, y considerada en 1993 una de las 50 personas más bellas del mundo según la revista People, es desde el lunes objeto de críticas y burlas en internet por la transformación experimentada en su rostro.
La protagonista de “Pulp Fiction” y “Kill Bill” compareció sobre una alfombra roja para promocionar su próxima miniserie “The Slap” y dejó boquiabiertos a numerosos medios por unos presuntos retoques estéticos e inyecciones de botox que la dejaron “casi irreconocible”, según la opinión de la prensa del sector.
Ni Thurman ni sus representantes se han pronunciado aún sobre la polémica, aunque sí varios cirujanos plásticos encuestados por publicaciones en EE.UU.
Para unos hubo cirugía, para otros la controversia es exagerada y se trata, en su mayor parte, de una cuestión de maquillaje. A Thurman le ocurre lo mismo que ya le pasó a Renée Zellweger, de 45 años, en octubre de 2014.
La actriz de la saga “Bridget Jones” causó revuelo tras una gala en Los Ángeles donde dejó ver su “nueva cara” fruto de una vida “diferente, sana y feliz”, explicó ella tras el aluvión de comentarios. Zellweger no admitió cirugías aunque medios como CNN aseguraron que la intérprete pasó por el quirófano para pulir su rostro y quitarse de encima unas arrugas.
El deseo de aparentar menos años puede llegar a ser una obsesión en la meca del cine, donde se tiende a encumbrar a las mujeres de menos de 30 años y convertirlas en símbolos de belleza y éxito para después reemplazarlas por otras más jóvenes.
Un sistema que lleva a numerosas actrices a intentar frenar el paso del tiempo con inyecciones de botox, una toxina que paraliza los músculos y suaviza los rasgos de expresión, y probar todo tipo de tratamientos -incluidos quirúrgicos-, así como variopintas dietas con el objetivo de competir con las recién llegadas y mantener su estatus.
Nicole Kidman, Sandra Bullock, Meg Ryan, Courtney Cox, Demi Moore, Daryl Hannah, son algunas de las que aparecen recurrentemente en las listas de actrices con retoques, así como Melannie Griffith, quien en 2012 reconoció que había gente que era cruel con ella y le decía en Twitter que estaba “horrible”.
Las críticas también sacudieron el año pasado a la actriz Kim Novak, de 81 años y protagonista en su mocedad de títulos como “Vertigo”, después de aparecer como presentadora en los Óscar con el rostro alterado por unas inyecciones con fines estéticos.
“Kim debería demandar a su cirujano plástico”, dijo el magnate Donald Trump en Twitter, la misma red social en la que otros usuarios pedían que la enviaran directamente desde el teatro Dolby, donde tuvo lugar la ceremonia, al museo de cera.
Novak respondió al día siguiente en Facebook, donde aseguró que una de las razones por las que se distanció de Hollywood fue porque no pudo con la presión y no tuvo el “coraje” de demostrar a sus compañeros su valía a través de su trabajo, aunque a su edad ya no estaba dispuesta a callarse.
“En mi opinión una persona tiene derecho a lucir lo mejor que pueda y sentirse mejor cuando se ven mejor”, dijo a quienes se mofaron de ella.
Un estudio titulado “Age, Gender, and Compensation- A Study of Hollywood Movie Stars”, publicado en 2014 por Journal of Management Inquiry, concluyó que los salarios medios de las famosas actrices en Hollywood tocan techo en la veintena y caen dramáticamente después de que cumplen 34 años.
En el caso de las estrellas masculinas, los sueldos suben progresivamente y alcanzan su máximo en la cincuentena. Además, a medida que van envejeciendo, las actrices encuentran menos papeles disponibles.
Según el Centro de Estudios de la Mujer en el Cine y la Televisión, de la Universidad de San Diego en California, solo un 12 % de las películas más taquilleras estrenadas en 2014 tenían una protagonista femenina. En 2002 el porcentaje era de un 16 %.
Esa diferencia de género se plasmó también en una investigación de la Asociación de Estadística de Estados Unidos (ASA) sobre lo predecible que son los Óscar y de la que se desprendió que la edad media de las ganadoras de un Óscar de mejor actriz es de 33 años. Para los hombres la edad media subía hasta los 42.