Con “Central Intelligence”, la cuestión de la secundaria está obligada a salir. En la comedia de acción, Kevin Hart y Dwayne Johnson interpretan dos ex estudiantes de secundaria que se reencuentran 20 años después de la graduación. Calvin, interpretado por Hart, era el chico más popular de la escuela; terminó siendo un aburrido oficinista. Bob, interpretado por Johnson, era un niño al que le hacían bullying y que se convirtió en un súper-espía musculoso.
La historia de Hart sobre el pasado es agradable; la de Johnson no tanto. “Yo era un chico popular. Ustedes pueden darse cuenta que yo era un tipo cool “, dice Hart. “Yo no era el mejor estudiante, pero yo era una persona de personas. Yo era el que se llevaba bien con cualquiera y todo el mundo. No existía segregación de los atletas a los no atletas, a las personas que les interesaba la educación a las personas que jugaban a no ir a clases”.
“Sentirse aceptado por todo el mundo era una buena sensación. Me mantuvo fuera de las peleas. El tipo gracioso detiene las peleas y hace que la gente quiera reírse de ello. Todo el mundo se aleja diciendo, ‘Kevin tiene razón'”.
Las historias de Johnson no son tan color de rosa. Era un joven con problemas, arrestado varias veces antes de cumplir 16. “Pasé mucho tiempo tratando de volver por el camino correcto”, explica Johnson. “No fue hasta que me involucré con el deporte y el atletismo que encontré un foco”.
No es inusual hablar de cosas más profundas cuando se habla de “Central Intelligence”, que es por un lado una superproducción ridícula (y una donde Johnson llega a interpretar al personaje más tonto, propenso a camisetas de unicornio y acciones entre raras y tontas). Por otra tiene que ver con cosas como el miedo al fracaso, miedo a envejecer, incluso la intimidación.