La verdad sobre el peligroso parásito que te pueden contagiar los gatos
Una mascota cada vez más popular debido a su facilidad de adaptación a la urbana. Pero poca gente sabe que los gatos son los principales porteadores de un parásito que puede provocar importantes problemas de en el ser humano. Y no cualquier problema de salud, pues, como han atestiguado varios estudios recientes, el Toxoplasma gondii, que así se llama el parásito, puede afectar al cerebro y provocar en nuestro comportamiento.
Se cree que en torno a la mitad de la población ha estado infectada por el parásito en algún momento de su vida, pero nuestro sistema inmune suele acabar con él sin que nos enteremos siquiera que ha estado rondando por nuestro .
La mayoría de la población se percata de la existencia del Toxoplasma gondii y de la enfermedad que provoca, la toxoplasmosis, cuando vive un embarazo, pues es el feto humano el que realmente corre un peligro grave: la toxoplasmosis congénita puede provocar en los neonatos retraso mental, sordera o daño retinal.
Muchos ginecólogos recomiendan a las no convivir con gatos mientras están embarazadas. Pero, hasta hace poco, se creía que, exceptuando en los fetos y las personas con un sistema inmune dañado (como los enfermos de sida), el parásito no ocasionaba ningún problema. ¿Realmente tenemos que empezar a temer a nuestras adorables mascotas?
El único portador de la enfermedad
El Toxoplasma gondii tienen la capacidad de infectar a la mayoría de animales de sangre caliente, incluidos los humanos, pero solamente en los felinos el parásito es capaz de completar su ciclo biológico.
Ciclo vital del Toxmoplasma gondii. (CDC)Ciclo vital del Toxmoplasma gondii. (CDC)
Cuando un gato es infectado por el parásito (normalmente por que se ha zampado a un roedor con toxoplasmosis o ha comido carne cruda contaminada), este invade las paredes de su intestino, donde se reproduce, dejando millones de pequeños ooquistes: esporas muy resistentes que portan al parásito hasta que encuentra un huésped y que el gato expulsa en sus heces.
Estos ooquistes pueden acabar en nuestro cuerpo, o en el de cualquier otro animal (incluidos los propios gatos) y, una vez dentro, liberar al parásito en nuestro torrente sanguíneo, por el que hace de las suyas hasta que nuestro sistema inmune se hace cargo de ellos.
Habitualmente, el sistema inmunológico obliga al parásito a agruparse en pequeños quistes en el cerebro y los músculos y, hasta entonces, lo máximo que nota una persona sana son unos síntomas similares a los de la gripe (aunque menos intensos). Normalmente estos quistes se encuentran en estado latente, y no causan ningún problema, sin embargo, en los enfermos o los ancianos, cuyos sistemas inmunes son más débiles, el parásito puede liberarse y causar una enfermedad grave, atacando nuestros órganos: especialmente el cerebro y los ojos.
¿Tu gato te volverá loco?
En 2012, un grupo de científicos suecos descubrió que el Toxoplasma gondii cuenta con un mecanismo con el que logra manipular nuestro sistema nervioso central. Cuando el parásito infecta las células dendríticas –un tipo de células del sistema inmunitario que están presentes sólo en los mamíferos– estas segregan un neurotransmisor llamado GABA que normalmente es producido en las células cerebrales y que altera el funcionamiento de nuestro cerebro. Una especie de “caballo de Troya”, tal como lo definieron los científicos, que puede llegar a provocar cambios de comportamiento en las personas infectadas.
Todavía es necesario investigar hasta qué punto el parásito puede afectar a nuestra psique, pero hay científicos que aseguran que su influencia es muchísimo mayor de lo que pensamos. Es el caso del doctor checo Jaroslav Flegr, un outsider que lleva desde los 90 especulando con esta posibilidad y al que sólo ahora la comunidad científica se está empezando a tomar en serio.
Según Flegr, el parásito es capaz de actuar en su fase latente (que, recordamos, “padece” la mitad de la población) y provocar poco a poco cambios en las conexiones de las neuronas, cambiando nuestra respuesta a situaciones aterradoras, nuestra confianza en los demás e, incluso nuestra preferencia por ciertos olores. Tal como explicó Flegr en un polémico artículo en The Atlantic, el parásito podría incluso provocar pensamientos suicidas y trastornos mentales como la esquizofrenia.
Todo esto suena descabellado, pero está comprobado, por ejemplo, que los ratones que padecen toxoplasmosis se dejan cazar más fácilmente por los gatos, lo que podría ser un recurso del parásito para asegurar su superviviencia. ¿Está nuestro cerebro en manos de un parásito? Está por ver pero, por si acaso, deberíamos pensar en no infectarnos alegremente.
Un creciente problema de salud pública
Dado que los felinos son los únicos huéspedes naturales del parásito, el aumento de su presencia en las ciudades ha incrementado también la prevalencia de la toxoplasmosis. Según un estudio de 2013 publicado en la revista Trends in Parasitology, la presencia de ooquistes en zonas de juego de niños o jardines debería considerarse un problema de salud pública.
Los ooquistes sólo son infecciosos pasadas 24 horas de la defecación, por lo que si cambiamos la arena de nuestro gato a diario no tendremos ningún problema
“Se considera que un 1% de los gatos está infectado y produce ooquistes en todo momento. El problema es que estas esporas pueden vivir durante años y acumularse en números muy altos”, explicó a SINC E. Fuller Torrey, uno de los autores del estudio.
Es necesario incidir en que no son los gatos los que contagian la enfermedad, sino sus heces. Se puede convivir perfectamente con un felino sin contraer nunca el parásito, máxime si no sale de casa: son los gatos callejeros los que portan la enfermedad en mayor número. Además, los ooquistes sólo son infecciosos pasadas 24 horas de la defecación, por lo que si cambiamos la arena de nuestro gato a diario y usamos guantes para hacerlo no tendremos ningún problema. Siguiendo estas normas ni siquiera las embarazadas deberían preocuparse.
Aunque los felinos son los únicos animales que pueden esparcir la enfermedad, los humanos no se suelen contagiar del parásito a través de ellos, sino a través de la comida. Teniendo en cuenta que los ooquistes sobreviven una media de 18 meses, y están presentes por doquier en el medio rural, es habitual que el ganado se contagie. Así mismo, los ooquistes pueden acabar en frutas y vegetales. Es por ello que se pide a las embarazadas que no coman bajo ningún concepto carne cruda y laven bien la fruta y las verduras; pero, quizás, todos deberíamos apuntarnos este consejo.
Fuente: El Confidencial / AM