Las 10 frases que nunca debes usar para terminar una relación
Cortar con alguien es una de las tareas más ingratas de la , por eso algunos desaparecen del mapa hasta que el otro capte por sí mismo el mensaje de que ha terminado.
Otros, que quieren tener el gesto de delicadeza al hablar cara a cara, pueden caer en la tentación de suavizar el mensaje con una frase ambigua que confunde, distorsiona el mensaje original y da pie a argumentaciones y contraargumentaciones que enredan la cabeza de cualquiera.
Recuerde la última vez que alguien tomó su mano suavemente y con cara de circunstancia le soltó una de esas sentencias demoledoras que pretendían ser compasivas, como la típica: “No eres tú, soy yo”. Y usted se quedó sin entender la parte implícita de la frase: “Soy yo… que no quiero estar contigo”.
Pero hay cobardes que nunca pueden ser claros a la hora de terminar, quizá por temor a herir, quizá por dejar una posibilidad abierta con usted (claro, como plan B, o plan C). Es así como nos dejan anestesiados, como la Bella Durmiente, esperando en el castillo por un beso de amor para despertar, mientras la madrastra ya se ha comido todas las manzanas con el príncipe.
Detrás de frases como “es que no te merezco”, “necesito espacio” y “te quiero como un hermano”, o peor aún, “como a mi madre” se esconde el miedo a ser odiado; el egoísmo del que se niega a dejar ir al otro, así no lo quiera; y hasta el narcisismo de pensar que, sin nosotros, aquel jamás podrá superarlo.
La sicóloga Chiquinquirá Blandón dice que las frases que más escucha entre las parejas que acuden a terapia son: “Necesito espacio”, “estoy confundido”, “mi se opone” y la infaltable “más adelante, tal vez”.
“Puede ser que se digan para evitar lastimar, pero causan el efecto contrario, al hacer que se dificulte la elaboración del duelo porque, para que este inicie, es necesario aceptar la pérdida. Cosa complicada, cuando se deja abierto el tema. Lo que se esconde detrás de estas frases es el temor a equivocarse, a arrepentirse y no volver a encontrar pareja”, explica la directora de la Clínica del Amor.
En este artículo analizamos las diez peores frases de cajón para terminar una relación, les contamos qué significan realmente y cómo responder de la manera más ingeniosa, digna y mordaz.
“No eres tú, soy yo”
Es el pretexto perfecto para los tibios, que no quieren salpicarse con la culpa cuando clavan el cuchillo. Suelen pensar que, si dirigen el dedo acusador hacia sí mismos, conservarán su imagen de buenas personas. Pero la frase está incompleta: “No eres tú, soy yo… que estoy casado, ennoviado, enmozado… que ya no te soporto… que no olvido a mi ‘ex’… que me siento un fracasado a tu lado… que conocí a fulanita y está más buena que vos”.
Pero, seamos realistas, ¿preferiría usted que le arrojaran a la cara una verdad tan ofensiva como ‘Eres una intensa y no soporto tu voz chillona’ o ‘Eres un fracasado y acabo de conocer a un tipo que sí es buen amante’? No, ¿verdad? Por eso, hay que interpretar la frase por la vía sana: “No eres tú, soy yo… quien quiere terminar”.
El comediante Gonzalo Valderrama aconseja con muy buen tino: “Mujer, si tu hombre te dice ‘No eres tú, soy yo’, contéstale: ‘¡Vea usted! Yo pensaba que tú eras yo, y que yo era tú. Eso sí, es claro que ya no somos nosotros’”.
“Necesito espacio”
A menos que su pareja trabaje en la Nasa, esta excusa sólo significa una cosa: “En este espacio que antes ocupábamos los dos, sobras tú”. Es la típica frase de quien no sabe ponerle punto final al asunto, pero sí le da licencia para desaparecer y probar otras experiencias sin show, sin lágrimas, sin recriminaciones, pues deja abierta la puerta si el ‘Plan A’ no resulta.
Alguien puede tener muchas razones para necesitar espacio: estrés académico, crisis por la edad, recomendación del siquiatra o sospecha de enfermedad infectocontagiosa. Lo mejor, si le dicen esta frase, es interpretarla de forma literal: “No te amo”.
Martha Soller, en su blog ‘Estrógeno 3’, cuenta que cuando su novio le salió con esas, le respondió: “De la puerta de mi casa para afuera hay una barbaridad de espacio, así que podés tomártelo todito y si querés te acompaño a la salida”.
La sexóloga Flavia Dos Santos sugiere otra salida fácil a esta frase patética: “¿Te busco un ticket para la Luna?”.
“Terminemos, pero no te puedo decir por qué”
Si a usted le salen con esta frase, imagina lo peor, queda nadando en un mar de dudas: “¿Será gay?”, “¿tendrá una enfermedad terminal?”. Esta salida es cobarde y muy poco inteligente, pues deja a la otra persona obsesionada con el porqué: “¿Es algo mío? ¿Es por algo tuyo? ¿Tienes otra? ¿Puedo ayudarte a superarlo? ¿Es que no te parezco linda?”, y así hasta el infinito y más allá.
Equivale a decir: “Lo que quiero es que terminemos, pero no sé cómo decírtelo pues no quiero que me hagas un show insoportable de lágrimas y gritos o te arrastres por el piso rogándome que volvamos”.
En otras palabras, si alguna vez le dijeron esta frase, lo trataron de intenso. La respuesta ideal sería: “¡Qué alivio que terminemos! Yo te engañé, pero no te puedo decir con quién”.
“Soy gay”
¿Recuerda esa película en la que Mel Gibson interpreta a un hombre que puede escuchar los pensamientos de las mujeres? En dicho filme, llamado ‘Lo que ellas quieren’, Nick Marshall, un egocéntrico, machista y triunfador publicista es capaz de llegar a límites insospechados para romper un compromiso. Por eso le miente a una de sus amantes, para librarse de ella sin tener que herir su ego femenino: “Soy gay”, dice el muy descarado. Pasa en las películas, pasa en la vida real.
Si le salen con semejante argumento, usted tiene dos caminos, creerle o captar que se trata de una “mentira piadosa” para expiar sus culpas, porque definitivamente ya no quieren seguir con usted. La lectura que se debe hacer es: “Alguien capaz de mentir sobre su sexualidad para librarse de un compromiso me hace un gran favor al largarse”.
“No te merezco”
No hay frase más ambigua… Deja al otro confundido: “¿Si soy tan bueno, por qué me deja?” y con la esperanza de que algún día volverá porque no va a encontrar otra persona “tan buena”. Lo que esconde esta frase de falsa humildad, es una infidelidad cometida o a punto de cometerse o, peor, una pobrísima autoestima.
La mejor forma de responderle a quien le lanza esta excusa es: “¿Sabes? Lo mismo me dice todo el mundo, y lo mismo vengo pensando desde hace tiempo, pero había sentido lástima de herirte: no me mereces”. O puede optar por un método más directo: “¿Quieres terminar?”.
Para el comediante Gonzalo Valderrama, “no te merezco” es una de las excusas que denotan más cobardía, por eso él respondería: “Lo que te mereces es un puntapié en medio del *&%$#”. Yo no soy un premio. A mí no me merece nadie”.
“Soy mejor como amigo”
Como dice el actor Antonio Sanint, “para un hombre enamorado (o mujer) no existe un lugar más confuso y doloroso que entrar al incierto espacio llamado ¡Zona R4! (Renault 4, el amigo fiel)”. Así que ante una frase lapidatoria como esa, es mejor asumirla tal cual es: “Terminemos”.
“Soy mejor como amigo” tiene un significado subliminal: “No me atraes. No te encuentro sexy. ¡No pienso seguir acostándome contigo!”.
Que le digan que usted es mejor como amigo es, además, una falsa esperanza que imposibilita el duelo. Esa tal amistad no debe aceptarse de ninguna manera, hasta que no haya pasado un tiempo prudencial.
“Cuando se ha terminado una relación, lo mejor es no aceptar ser amigo de la expareja hasta tanto no se haga el duelo. Hay que desintoxicarse del otro para aceptarlo, después, en otro plano”, explica Blandón.
Para frases como esta, es mejor tener a la mano una respuesta inteligente: “No necesito un amigo fiel, ya tengo perro, gracias”.
“Estoy confundido”
Esta es la típica frase de un infiel. Sólo puede significar una cosa: “Estoy confundido… porque tengo otra“. Quizá con esa “otra” todavía no ha pasado nada pero, póngale la firma, pronto pasará de todo. El hecho es que ese otro existe, por muy duro que suene, y es el motivo de tanta confusión.
“Estoy confundido” (“Tengo otra pero no quiero decírtelo”) es una disculpa típicamente masculina, aunque la usan con cada vez más propiedad las mujeres que no quieren quedar como las malas del paseo o las que no tienen el carácter suficiente para sentirse odiadas por ellos.
Entiéndalo, con esta frase no le están pidiendo ayuda, le están terminando, así que no insista. Responda directo: “Te entiendo, yo también me confundo a veces, como cuando creí ver algo interesante en tí”. Consejo final: no llame más.
“Te quiero como a un hermano”
No hay frase más desobligante que “Te quiero como a un hermano”. Se puede leer como: “Llevamos tanto tiempo juntos que ya no siento la misma pasión que antes, el mismo deseo, pero te tengo cariño, afecto”. Suele darse entre las parejas que se ven afectadas por la rutina o por otras situaciones externas que terminan deteriorando los encuentros sexuales.
Si usted cree que la relación puede salvarse, o que vale la pena arriesgarse a recibir una respuesta bochornosa, pregunte de forma directa: “¿Ya no me deseas?”, “¿Quieres que hagamos algo para recuperar la pasión?”. De lo contrario, si intuye que llegó el final de la relación, lo más sano sería responder: “Tú me puedes querer como un hermano, pero yo ya no quiero hacer parte de tu familia”. Otra opción es decir: “Ya que seremos hermanos, ¡recoje tu desorden y págame ya mismo lo que me debes!”
“Queremos cosas diferentes”
Si se trata de ser difuso, confuso y obtuso, esta es la frase perfecta. Da la ilusión de que algo se puede remediar. Hace que el otro se pregunte: “¿Qué cosas te he impedido alcanzar?”, “¿puedo acompañarte en la búsqueda de tus sueños?”, “¿en qué crees que somos diferentes?”, “¿cómo podemos negociar esas diferencias?”.
Quien usa esta frase no quiere llegar a acuerdos, lo que está pensando en realidad es: “Queremos cosas diferentes, yo quiero seguir de fiesta en fiesta y tener sexo con otras personas mientras tú estás pensando en casarte, y eso no lo tendrás”.
Esta frase es típica de quienes no están preparados para asumir un compromiso y prefieren dejar las cosas así. Como diría Andrés López, lo mejor es decirle: “deje así, deje así” y no pedir más explicaciones.
O responder con todo el carácter y la dignidad del caso: “Sí, tienes razón, yo también quiero cosas diferentes, diferentes a ti”.
“Más adelante, tal vez”
Un caso de la vida real: Claudia, una publicista que no sabía cómo alejar a un hombre muy sensible y enamorado, cometió el craso error de decirle: “En este momento no estoy lista para estar contigo, pero quizá un día, más adelante, nos volvamos a encontrar”. Detrás de tan edulcorada palabrería ella solo pretendía decirle “lárgate” sin herirlo demasiado.
No obstante, su falta de valor terminó volviéndose en su contra, pues un año y medio después recibió la llamada de aquel intenso amor, para preguntar: “¿Ahora sí podemos tener algo?”. Cuando él descubrió que ella no hablaba en serio cuando dijo “más adelante”, la llamó mentirosa, manipuladora y mil cosas más. Moraleja: quiérase usted mismo, capte pronto y entienda que el “más adelante”, en lengua romance, significa “jamás”.
Fuente: Publímetro