Las escuelas también deben ser protegidas
Con la alta volatilidad delictiva que se siente en el país, donde un atraco o reyerta puede ocurrir en el lugar menos esperado, las escuelas públicas necesitan de una mayor protección de la seguridad de sus alumnos.
Son muy frecuentes las riñas entre alumnos y profesores en las que salen a relucir armas blancas y, en algunos casos, hasta de fuego, lo que refleja que en ellas no existe un verdadero y eficiente sistema de vigilancia y control.
En una época de tantos riesgos derivados de la participación de jóvenes en el consumo de drogas y otros vicios así como en pandillas, una policía escolar eficiente ayudaría a identificar esos peligros y a los potenciales sospechosos de provocarlos.
Hace algunos años propusimos que se levantara un registro o fichero de jóvenes que han delinquido y que, sin embargo, asisten a las escuelas sin que la mayoría de sus compañeros conozca sus antecedentes.
Si existiera ese registro, por ejemplo, resultaría más fácil a la autoridad escolar establecer las debidas restricciones o precauciones para evitar que en el seno de las escuelas actúen los delincuentes.
Con una policía escolar eficiente también podría garantizarse una mejor vigilancia de los entornos escolares, donde se estacionan los micro traficantes de drogas o existen negocios de bebidas y otras sustancias adictivas al alcance de los estudiantes.
El sistema de protección también debe contemplar jornadas de adiestramiento para enseñar a los estudiantes cómo responder ante situaciones inesperadas de violencia y otros peligros y a cuáles refugios o zonas acudir en tales circunstancias, en casos de terremotos, incendios y otros imponderables.