Las grandes parejas de la gran pantalla, algo imprescindible para un gran éxito
¿Qué sería del cine de no ser por sus grandes parejas? ¿Existiría el concepto de “química” cinematográfica? ¿Seríamos igual de románticos, cursis y excéntricos?
En fin, que hay pocas cosas más disfrutables que un película protagonizada por una pareja con gran química. En cierta manera, todos proyectamos sobre estas parejas nuestros ideales, más delicados o salvajes, respecto al amor y la pasión. A través de ellas, vivimos romances y peripecias impensables, cubriendo esa cuota de excitación de la que suele carecer nuestro día a día. Como homenaje al gran universo de las parejas fílmicas, os presentamos diez de nuestras favoritas. ¿Cuál es la vuestra?
Bonnie (Faye Dunaway) y Clyde (Warren Beatty) en Bonnie y Clyde (1967). Dicen que el peligro hace de la pasión una bomba de relojería. Que se lo digan al dúo criminal más emblemático de la historia del cine. Si el grado de afecto y compromiso se midiera por la cantidad de adrenalina desplegada durante una película, no hay duda de que este clásico moderno de Arthur Penn se llevaría la palma de oro.
Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson) en Lost in Translation (2003). La demostración incontestable de que la “química” escénica no sabe de edades y apariencias. Sobre el papel, Murray y Johansson serían los candidatos a formar una de las parejas menos atractivas imaginables (más por Bill que por Scarlett); sin embargo, bajo la batuta de Sofía Coppola, el dúo brilla por todo lo alto, regalándonos un sentido canto a la comprensión, la fragilidad y la amistad.
Lee Holloway (Maggie Gyllenhaal) y E. Edward Grey (James Spader) en Secretary (2002). Si tenéis problemas con el cine romántico; si todas las “películas de amor” os parecen iguales; si estáis hartos de arrumacos sensiblones y declaraciones cursilonas… Entonces Secretary es vuestra película. Nunca el sadomasoquismo fue retratado con tanta naturalidad. Los personajes no son monstruos, sino seres humanos con sus deseos, sufrimientos y deliciosas perversiones.
Mickey (Woody Harrelson) y Mallory Knox (Juliette Lewin) en Asesinos natos (1994). Digamos que sin Bonnie y Clyde no hubiese habido Mickey y Mallory. Además, este dúo de psicópatas desatados tuvo la “suerte” de surgir en un momento en el que la violencia en el cine entraba en una nueva era. Con guión de Quentin Tarantino y la impecable dirección de Oliver Stone, la película se convirtió en un elocuente y brutal testimonio sobre la glorificación mediática de la violencia.
Claudia (Melora Walters) y Jim (John C. Reilly) en Magnolia (1999). ¿Cómo sería la historia de amor entre una adicta a las drogas traumatizada por el abuso sexual y un buen policía que se siente tocado por Dios? Parece claro que estos dos lo tendrían casi todo en contra para funcionar, y de hecho, la relación de Claudia y Jim es más excéntrica que estrictamente romántica. Sin embargo, pocas veces se ha retratado de una manera más sensible y grandiosa la fuerza salvadora y redentora del amor. Dadle las gracias a Paul Thomas Anderson.
Allie (Rachel McAdams) y Noah (Ryan Gosling) en El diario de Noa (2004). Una para la galería. Aunque, en este post, hemos repartido unos cuantos mandobles contra el sentimentalismo, la lista no estaría completa sin este clásico de los “amores furtivos”. Un turbio y arrebatador amor juvenil y un sosegado y profundo amor otoñal. Con eso y algo de buen gusto ya tenemos la love store de la década.
Norman (Henry Fonda) y Ethel (Katharine Hepburn) en En el estanque dorado (1981). Imposible no caer rendido a los pies de esta legendaria pareja. Él, Henry Fonda, el gran hombre noble del viejo Hollywood: todo un símbolo de la honestidad, la ecuanimidad y la justicia. Ella, Katharine Hepburn, la más temperamental, descarada y adorable musa del cine clásico. Una pareja bañada por las sombras de la mitología fílmica que se reencontró en este adulcorado drama romántico. La película poco importa. Ellos lo son todo.
Clarence (Christian Slater) y Alabama (Patricia Arquette) en Amor a quemarropa (1993). Y ahí va la segunda película de la lista que tiene guión de Quentin Tarantino. Así que una de dos. O Tarantino es en realidad un romántico disfrazado de proselitista de la violencia o es que nosotros tenemos un sentido bastante perturbado del romanticismo. En todo caso, nos encontramos de nuevo con una pareja a la fuga, perseguida por toda clase de malhechores y tocada por una ingenuidad muy yanqui, tan macabra como adorable.
Edward (Richard Gere) y Vivien (Julia Roberts) en Pretty Woman (1990). ¿Que sería de Hollywood de no ser por los cuentos de hadas de acción real? Aquí está el que cautivó la mente y las fantasías sentimentales de toda una generación. Richard Gere es el caballero sin espada, pero con billetes para dar y tomar, que queda prendado por el encanto irresistible de la sonrisa y las interminables piernas de Julia Roberts, que con este filme se aupó al trono de la reina de Hollywood.
Benjamin (Dustin Hoffman) y Elaine (Katharine Ross) en El graduado (1967). Esta película ofrece dos alternativas. Los más morbosos pueden quedarse con la pareja que forman Benjamín, un joven apoltronado en su desidia, y la Sra. Robinson (Anne Bancroft), la madurita más sexy de la historia del cine. Por su parte, los más sentimentales, como nosotros, pueden quedarse con la historia de Benjamín y Elaine, un amor que extiende un manto de inocencia y autenticidad en ese océano de cinismo que, en muchas ocasiones, es el mundo real.
vía: cachicha.com