Los Marlins cortan lazos con Hanley Ramírez
En medio del invierno caliente de la pasada agencia libre, Ozzie Guillén no se cansó de repetir que Hanley Ramírez era “el hombre’’ alrededor del cual se construiría una franquicia triunfadora, llegase quien llegase.
Pero ha sido Ramírez el que se ha marchado a los Dodgers –junto con el relevista Randy Choate- víctima de una pobre producción dentro del terreno y llevándose el pesado equipaje de problemas de conducta, que se han confabulado para poner en duda su capacidad de mantenerse entre la élite de las Grandes Ligas.
Aunque no es el único responsable, muchos señalan al pelotero dominicano como parte importante del problema que ha convertido a Miami en un club sin posibilidades de luchar por la postemporada, luego de que se hiciera la mayor inversión en la historia de la organización: $191 millones.
Si bien agradeció a los peces –“siempre serán mi familia’’- por haberle dado la oportunidad de consolidarse en las Mayores en su última conferencia de prensa antes de marcharse a Los Angeles, también mantuvo, a ratos, ese aire desafiante que forma parte inseparable de su personalidad.
“Casi siete años en las Grandes Ligas y [he tenido dificultades] en dos’’, expresó el infielder. “Conozco a muchos que quisieran haber jugado siete años y tenido dificultades en dos. Tengo una carrera por delante. Voy a volver a jugar a mi nivel. Seguiré trabajando duro y en dos años sere agente libre…cualquier cosa puede pasar’’.
Cuando Ramírez firmó una extensión de contrato de $70 millones en el 2008, todo parecía sonreírle, especialmente un año más tarde, al conquistar el título de bateo de la Liga Nacional con números de espanto: 197 hits, 42 dobles, 24 jonrones, 106 impulsadas, 101 anotadas y promedio de .342. Basta decir que terminó segundo en la votación para el Jugador Más Valioso, sólo por detrás de Albert Pujols.
Pero desde entonces su actuación ha venido en descenso y en el 2010 tuvo una lesión en el hombro derecho que le obligó a pasar por el quirófano. En lo que va de esta temporada, el dominicano conecta para .246, con 14 vuelacercas y 48 impulsadas, números muy lejanos de lo que se espera de un estelar.
“No hice lo que ellos [los peces] esperaban que hiciera’’, reconoció Ramírez. “Eso fue lo que sucedió, en mi opinión. No creo que [los Marlins] se cansaron de mí. Simplemente no hice lo que debí hacer en el terreno’’.
Tampoco es tan sencillo.
No cabe duda de que Ramírez fue motivo de controversia, desde aquel incidente con el actual mánager de los Bravos, Freddi González, al ser sentado por supuestamente no partirle rápido a una pelota; la polémica –no acallada a tiempo- sobre su molestia por pasar a la tercera base ante la llegada de José Reyes; hasta el tema reciente de su infección en la mano tras golpear un ventilador y no tomar el medicamento, lo cual le costó varios días de juego.
“En el fondo, Hanley no es mal muchacho, sino alguien muy humilde al que le llegaron rápido la fama y el dinero’’, indicó una fuente del club. “El no supo lidiar con eso de la manera más correcta. Para él los Dodgers pueden ser un renacimiento o un hundimiento total. Es un mercado grande e histórico, que lo pueden engrandecer, pero también devorarlo por completo’’.
Por encima de todos los motivos que provocaron la separación entre el equipo y el jugador, Ramírez siempre ocupará un lugar en el recuerdo de la organización y no por gusto el quisqueyano se refirió al día de su despedida como “uno de los más dolorosos de mi vida’’.
Un sentimiento que es compartido con el propietario de los Marlins, Jeffrey Loria.
“No es un secreto que me gusta mucho [Ramírez]’’, comentó el dueño a la cadena de MLB. “El necesita un nuevo comienzo, algo fresco. Es un momento muy duro para mi…pero teníamos que hacer algo’’.